La caja amarilla

No la confundamos con la Casa Amarilla, tienda famosa por sus bajos precios que operaba en la ciudad de La Vega. Nos referimos a la cajita en que la compañía Eastman Kodak empacaba sus películas. Antes estaban por todas partes, pero hoy son casi piezas de museo.

Ayer Kodak, con 17,000 empleados y cuyos orígenes se remontan al año 1880, se acogió a la protección del Capítulo 11 de la ley de bancarrotas de los Estados Unidos (EE.UU.) La declaración de quiebra fue acompañada del anuncio de que Citigroup le concederá una línea de crédito de 950 millones de dólares, a 18 meses, para que pueda seguir operando.

Desde el año 2007, Kodak no ha tenido beneficios. En 1997, sus acciones valían 30 dólares cada una, y ahora valen alrededor de 55 centavos. Y sus deudas, de 6,800 millones de dólares, exceden sus 5,100 millones de activos.

El mayor negocio de Kodak eran las películas, no las cámaras, esquema que años después fue repetido por Hewlett-Packard con las impresoras y tintas. Actualmente sus activos más valiosos son unas 1,100 patentes que posee, relacionadas con la fotografía digital.

Como sucede a veces con algunas personas, la historia de éxitos de Kodak dominó su comportamiento y su cultura, lo que la hizo aferrarse a estrategias y esquemas gerenciales que dejaron de ser válidos. Inventó la cámara digital en 1975, pero la archivó porque temió que afectara sus ventas de películas. Sus competidores se le fueron adelante, al punto de que su principal ejecutivo admite que la empresa tiene cinco años de retraso en su entrada al negocio de las impresoras, las tintas y los contratos de servicio a equipos digitales.

Las pasadas glorias de Kodak incluyen la película a color Kodachrome, las cámaras Brownie e Instamatic y equipos de diagnóstico médico. 80 filmes ganadores del Oscar usaron películas Kodak, y fue con una de sus cámaras que se filmó la primera caminata de los astronautas en la luna.

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