Desposeídos

El difícil confinamiento de los habitantes de menos recursos durante el coronavirus.

Crecensio López. Ebanista sin ingresos residente en el sector Los Ríos.
TEXTO Y FOTOS: Juan Miguel Peña

Sin recursos para almacenar alimentos o comodidades para aguantar la cuarentena, millones de dominicanos que hasta ahora vivían del día a día escuchan con lejanía ese “Quédate en casa” que diversas personalidades y celebridades les mandan desde sus lujosos apartamentos a través de las redes sociales.

Algunos, los de más baja educación, siguen sin entender la crisis económica y social que la pandemia del COVID-19 puede provocar de no contrarrestarse efectivamente. Se centran en su vida más inmediata, la del barrio. Y ven en el toque de queda y el cierre comercial otra inconveniencia más de un gobierno desapegado que no les llegó a prestar atención. Otros, con algo más de sabiduría, respetan los decretos dictados. Y se toman con filosofía el gran dilema al que tarde o temprano creen que tendrán que hacer frente: morir de pobreza o de enfermedad.

“Ahora mismo no estamos trabajando ninguno. Anoche fue que ‘vinién’ y repartieron una cosita. Una fundita con arroz, aceite, una fundita de tomate...

Ésto (señalando una botella de ron) es pa botar el golpe. Porque si no, uno se vuelve loco, si se pone darle vueltas a la vida”

“De la escuela de los niños me han llegado como tres raciones que dan semanal. Yo tengo ese negocio de vender ropa, pero no quiero arriesgarme a seguir vendiendo. A poner en riesgo a mi casa y mis hijos. En estos días fue que cogí como 1500 pesos prestados y fui y compré algunas cositas. La familia mía completa no está trabajando”

“La estamos pasando en familia, pero no es fácil la situación. A mi me suspendieron desde que inició la cuarentena. Tengo la tarjeta solidaridad, pero es muy difícil. Como la gente está yendo a los supermercados, uno no encuentra nada. Entonces uno no trae lo que realmente necesita. Tienes que traer lo que haya para que no pierdas ese bono... Aquí somos vecinos. Entonces si uno consigue algo por ahí, le pasa un chin a una... y así.”

“Gracias a dios, aquí no ha sonado. Tratamos de cuidarnos, lejos del otro, con esta vaina puesta (refiriéndose a una mascarilla de tela), una pastilla, que nos trae el pastor de allí, y nos la bebemos... Pero de aquí yo no salgo para ningún lado. Voy a un colmado a comprar café, para colar aquí... a comprar cigarrillos... Pero de aquí yo no salgo”

“Nos dijeron que nos quedáramos en casa, pero por aquí no están pasando los camiones que reparten la comida. He ido al Plan Social cinco veces y no nos recibieron. La comunidad aquí no aguanta más, y está a punto de salir para la calle para que alguien nos escuche”