El continuo lucro de traer haitianas embarazadas

Defensa asegura que desmanteló una red que traficaba con parturientas haitianas hacia la República Dominicana. Aunque el ministro asegura que fueron sometidos a la Justicia los militares involucrados, no se encontró el caso en los tribunales. A las embarazadas les puede salir más barato pagar el traslado ilegal para ser atendidas en suelo vecino que buscar el servicio de salud en Haití.

Con casi cuatro meses de embarazo “Sonel” ingresó a la República Dominicana hace menos de un año por la frontera con Dajabón. No portaba una visa pero eso no fue impedimento. La haitiana, de 26 años, dio a luz hace seis meses en la Maternidad San Lorenzo de Los Mina en Santo Domingo Este. Sus dos hijos mayores los alumbró en Haití y prefería que su último parto fuera en una nación con más acceso a medicamentos y mejores instalaciones sanitarias. Además, tenía el interés de residir con su esposo en el país.

“Aquí me atienden mejor (en Dominicana) que cuando doy a luz en Haití”, dijo a Diario Libre.

Dejó la comuna de Gonaïves y se trasladó más de 160 kilómetros hasta el pueblo fronterizo haitiano Ouanaminthe (también llamado Juana Méndez). La ayudó un buscón. Así se conoce a las personas que se encargan de tramitar el paso sin permisos, y se entienden con los agentes de seguridad o Migración. Pasó a pie el cruce limítrofe y pagó RD$500 a alguien que no identificó, a cambio de dejarla entrar sin documentos. Ya en Dajabón, abordó un autobús que la dejó en Santo Domingo.


El ministro de Salud, Rafael Sánchez, estima que aproximadamente el 24 % de las atenciones a parturientas en el sistema de salud dominicano es a haitianas. Solo en sus partos el Estado gastó aproximadamente RD$1,810.8 millones (US$36.3 millones a la tasa actual) entre 2007 a octubre de 2016.

Apenas 12,845 haitianos residentes en la República Dominicana cotizaban en la seguridad social a febrero de 2018, según un reporte de la Tesorería, no obstante estimarse que en el país vivían hasta el año pasado 497,825 personas nacidas en Haití, según la Segunda Encuesta Nacional de Inmigrantes (ENI-2017).

Salud Pública reporta que entre 2008 y 2017, el 23 % de las muertes maternas fueron de esa nacionalidad. Entre las razones dadas por las autoridades está la falta de chequeos prenatales.

El pasado 7 de septiembre, en el hospital provincial General Melenciano de Jimaní falleció una de 24 años que llegó al centro de salud con un embarazo de entre 38 y 39 semanas. El parte médico indicaba probable rotura uterina por muerte fetal.

“La barriga es un pasaporte”

El doctor Moya sostiene que las haitianas se atienden bajo una premisa de servicio, sin importar cómo llegan a los hospitales. Él entiende que las carencias de insumos en su país y el interés en la seguridad de la vida las motiva a moverse. En el hospital que dirige, en el primer semestre del año, el 46 % de los 234 nacimientos registrados fue de madres haitianas de las que se desconoce cuántas residen en la República Dominicana.

Además de llegar desde Ouanaminthe, al hospital lo hacen desde un empobrecido pueblo haitiano llamado Tiroli, ubicado a más de una hora. A principios de julio en el recinto había una embarazada indocumentada de esa comunidad con ocho meses de estado y dolor en el pecho. Ella y su esposo cruzaron tres puestos de chequeo militar a bordo de un motor conducido por un haitiano que les cobró RD$1,000 (US$20).

“Cuando una mujer está embarazada los guardias dejan que cruce fácil, si no está embarazada hay que dar dinero”, dijo el marido.

“La barriga es una especie de pasaporte para cruzar”, afirma el doctor Moya. Algunos militares consultados para esta investigación coincidieron en decir que los guardias “no se meten con las embarazadas” porque, si lo hacen, protestan grupos que defienden los derechos humanos.

En el extremo sur de la frontera esa ventaja es aprovechada por parturientas que cruzan al Hospital Dr. Elio Fiallo de Pedernales, una de las tres provincias más pobres de la República Dominicana. El año pasado, el 44 % de los 450 partos atendidos fue de haitianas.

El centro recibe pacientes que viven en el pueblo o llegan referidos y por decisión propia desde Anse-à-Pitres, una comuna de 30,000 habitantes, donde hace casi un año se equipó y remodeló el centro de salud público que funciona desde 1997. Pero no tiene especialistas como cirujanos. Las atenciones se concentran en medicina general.

Lauré Adrien, director general del Ministerio de la Salud Pública y de la Población de Haití, asegura que “pronto” se mandarán especialistas al centro médico que está a apenas 2 kilómetros de distancia del hospital de Pedernales. Pero como Anse-à-Pitres es un pueblo rural desmotiva a los recursos humanos a quedarse. “Pronto pienso que personal de Pedernales va a cruzar para buscar salud allá”, asegura el funcionario.

La mañana del 12 de julio el centro médico de Anse-à-Pitres aparentaba un local fantasma: listo para recibir a más pacientes que no aparecían. El quirófano tenía los plásticos que envolvían sus luces nuevas. Personal del centro atribuía la inactividad a que un día reciben a muchos, en otros no.

Quirófano con sus fundas, aún sin usar, en el remodelado centro de salud de Anse-a-Pitres, Haití. (Diario Libre/Marvin del Cid)

Camas nuevas en el remodelado centro de salud de Anse-a-Pitres, Haití. (Diario Libre/Marvin del Cid)

Afueras del centro de salud de Anse-a-Pitres, Haití. (Diario Libre/Marvin del Cid)

Área de Maternidad desolada en el centro de salud de Anse-a-Pitres, Haití. (Diario Libre/Marvin del Cid)


Para contrarrestar el flujo de parturientas, las autoridades dominicanas mostraron interés ante organismos internacionales y países como Francia, de que se construyan hospitales fronterizos en territorio haitiano. El doctor Adrien niega que su Gobierno no esté interesado en ello como aseguró en julio pasado el entonces embajador francés en Santo Domingo, José Gómez. “¿Cómo un gobierno que tiene buenas relaciones con la Unión Europea va a negar un proyecto así?”, cuestiona.

Asegura que la administración haitiana quiere desarrollar instituciones en la zona de la frontera para permitir a las parturientas encontrar “un inicio de solución” y esto –afirma– no lo pueden hacer “sin los hermanos dominicanos”.

“No me siento tan orgulloso de que enfermos y mujeres embarazadas tengan que ir a parir en otro país a sabiendas de que no fueron invitadas a hacerlo”, expresa Adrien. Lo ve como un interés de las pacientes en encontrar mejores atenciones cuando no tienen opciones en un país cuyo presupuesto 2017-2018 para el Ministerio de Salud Pública y de la Población (unos RD$4,428.4 millones) es apenas el 6 % del presupuesto asignado al mismo sector en la República Dominicana para el presente año.

“Hablamos de un problema específico, donde están efectivamente estas pobres mujeres que van a buscar un servicio gratuito en dominicana y se encuentran desafortunadamente con alguien que les sustraiga dinero, eso lo sabemos”, dice Adrien. El funcionario no refiere como tráfico que un tercero independiente del sistema cobre para dar acceso a un servicio gratis; a su juicio es chantaje. A las parturientas que pagan las considera unas víctimas.

Para esta investigación se conoció de dos mujeres residentes en Haití que pagaron para viajar a la República Dominicana a dar a luz. Pero rehusaron contar sus historias por temor a represalias.

El pasado 12 de julio Rafael esperaba que a su esposa haitiana, de 32 años, le dieran el alta en el hospital de Pedernales tras alumbrar a su segundo hijo. Como debían hacerle una cesárea, cruzaron desde Anse-à-Pitres al pueblo dominicano. Por su embarazo la madre no fue devuelta por los militares, pero su esposo tuvo que sortear su liberación después de que lo detuvieran para interrogarlo por sus documentos.

Buscando desmotivar la llegada de estas extranjeras –que en ocasiones, por sus complicaciones, deben ser referidas a Barahona, a 123 kilómetros–, la administración del hospital de Pedernales a mediados de año implementó cobrar por servicios a las haitianas. Pierre fue de los pocos que cumplió con la cuota. Conservaba un recibo de RD$2,500 (US$50) por concepto de la cesárea que pagó de los limitados ingresos que consigue como pescador. Pero otros no saldaban las tarifas y la administración entendió como un fracaso su medida interna. Aún así, esos RD$2,500 eran menos que los RD$7,187 (US$144) que le pueden cobrar por una cesárea en un hospital público de Haití.

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Este reportaje fue realizado por Tania Molina y Mariela Mejía para Diario Libre en el marco de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas, del International Center for Journalists (ICFJ), en alianza con CONNECTAS.

Lee las entregas anteriores de la serie Tráfico impune:

De La Española a Chile: la mafia del otro sueño americano

Las manos que abren la puerta al tráfico de haitianos.