Guardianes

La silenciosa lucha de los que velan por nuestra seguridad

TEXTO Y FOTOS: Juan Miguel Peña

En primera li´nea de defensa, pero sin la gloria ni reconocimiento de polici´as o militares, los vigilantes de seguridad privada esta´n jugando un papel fundamental en la proteccio´n de negocios y residencias durante la duracio´n de la cuarentena por el nuevo coronavirus, permitiendo a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado centrarse en labores ma´s relevantes para el cumplimiento de la ley y el toque de queda.

“Cuando ma´s ellos necesitan al guardia´n es en este momento”, asegura un vigilante de un laboratorio mientras agarra su escopeta.

“Desde que comenzo´ la cuarentena es trabajando pisado, di´a y noche, pero la empresa a mi´ no me esta´ dando transporte y los carros se esta´n aprovechando. Cobrando 50 y 60 pesos. Y uno, por cumplir con el trabajo, lo hace”, cuenta.

Con el cierre de la actividad comercial y la consecuente disminucio´n en el tra´fico de personas, la pandemia del COVID-19 ha transformado los lugares ma´s transitados de Repu´blica Dominicana en escenarios completamente desolados, convirtie´ndolos, como ya temen algunos, en terreno ideal para los asaltantes ma´s oportunistas.

“Esta´ todo ma´s tranquilo. Muchos militares para arriba y para abajo, pero ahora tenemos que tener los ojos ma´s abiertos. Los ladrones se han duplicado”, afirma un seguridad.

A pesar de ello lo que continu´a lamentando la mayori´a es la falta de apoyo en el transporte por parte de sus empresas, el escaso o inexistente reparto de equipos de proteccio´n (indispensable para los que trabajan de cara al pu´blico) o las abusivas extensiones de sus jornadas laborales, hechos que no hacen si no aumentar esa sensacio´n de soledad que tuvieron todos desde que se enfundaron el uniforme por primera vez.

“Hay empresas que dan transporte y otras que no. Entonces el seguridad tiene que ingeniárselas, aunque viva en el quinto infierno. Hay muchos seguridad que viven, por ejemplo, por Haina. Otros en Nigua, San Cristóbal; El Cafe´ de Herrera, Sabana Perdida... Y si tiene un motorcito, resuelve. Pero a esa persona que viene de Haina, a prestar su servicio, a cuidar sus intereses y los bienes de usted, la compan~i´a deberi´a protegerlo, cuidarlo, darle valor... Pero a nosotros no nos dan mucho valor”, se queja un vigilante de una bomba de gas.

“Nosotros aquí hacemos nuestra diligencia nosotros mismos. Aquí nadie nos suple de nada”, se lamenta un seguridad de unas oficinas del centro de Santo Domingo “El horario mi´o de yo entrar aqui´ es a las seis de la tarde, pero tengo que llegar a las cuatro, para que mi compan~ero pueda encontrar transporte para su casa [...] Hay compan~eros que quisieran quejarse, pero uno solo no vale hablar. Si yo hablo, me acusan de sindicalista y me sacan. Me cancelan. Y tu´ sabes que la mayori´a de compan~i´as son de generales, coroneles...”.