Cejas tatuadas, tendencia en Irán

(Fotos: Shutterstock)

La simetría y el grosor son dos elementos fundamentales para las mujeres iraníes a la hora de tatuarse las cejas, una moda convertida casi en obsesión debido a las restricciones culturales y religiosas.

La simetría y el grosor son dos elementos fundamentales para las mujeres iraníes a la hora de tatuarse las cejas, una moda convertida casi en obsesión debido a las restricciones culturales y religiosas.

El rostro juega un papel muy importante en Irán ya que, debido a los estrictos códigos de vestimenta existentes en el país, el resto del cuerpo ha de quedar cubierto con prendas largas y anchas.

Desde la adolescencia, las cejas se convierten en el hito de la belleza del rostro, sensación que perdura hasta los 60 o 70 años de edad en las mujeres iraníes, pese a ser una moda no exenta de controversia.

Frente a una gran mayoría que luce unas cejas perfectamente arregladas y tatuadas, también es común ver en la República Islámica poblados entrecejos de adolescentes solteras, que siguen la visión tradicional de no arreglarse el rostro.

Mahtab, una profesional tatuadora de cejas que trabaja en una peluquería en el norte de Teherán, aseguró a Efe que cada semana recibe 30 o 40 clientas de entre 25 a 70 años, aunque -señaló- las más interesadas por esta moda son las treintañeras.

La violación de esta norma contrae fuertes advertencias a las estudiantes por parte del colegio, que puede expulsarlas por unos días o incluso de forma definitiva.

Armita, una estudiante de 14 años, comentó a Efe que en su colegio hay “dos expertas en este tema que una vez a la semana sin aviso previo vienen a la clase para revisar las cejas de las alumnas”. “Una vez, después de un examen aparecieron, se pusieron sus gafas y miraron atentamente mesa por mesa a todas las chicas”, explicó con una mezcla de sorna y tristeza Armita, que estudia en una de las mejores escuelas del norte de Teherán.

Los impedimentos de la religión y la tradición han jugado un papel importante en la tendencia hacia esta obsesión con las cejas, sea para su tatuaje o para impedir su depilación. Esto se debe a que la tradición religiosa impide enseñar la belleza a cualquiera que no sea el marido, y estipula que maquillarse o depilarse el rostro antes de contraer matrimonio es muestra de poco pudor para una mujer.