6 cosas que prometiste no hacer nunca como padre (y no salieron como pensabas)

Seis padres dominicanos nos cuentan cómo la realidad supera la utopía de la paternidad

La realidad de la paternidad se encarga de aterrizar y flexibilizar la crianza de los hijos. (Shutterstock)

Cuando uno sabe que va a ser padre el corazón se llena de buenas intenciones, y en esa larga espera uno imagina cómo será la crianza de su hijo, qué errores no piensa cometer y cómo va a entrar en el mundo de la paternidad de una manera ideal. Luego la realidad se encarga aterrizarte, o más bien esos ojitos tiernos y amorosos te derriten y derriban esa larga lista de cosas que no estabas dispuesto a transigir -en aras de convertirte en el padre perfecto- y se imponen la flexibilidad y el amor, que al final es lo que mejor educará a tu pequeño. Seis padres dominicanos nos cuentan cómo ha sido su experiencia tras el nacimiento de sus hijos y su aprendizaje en el camino de la paternidad.

Leandro Díaz, chef

Leandro Díaz con Gabriela Desirée, Cristina Desirée y Rodrigo Javier. Por (Fuente externa)
Con la benjamina de la casa, Adriana Desirée. Por (Fuente externa)

“Yo digo que soy un padre de toda la vida, porque fui papá muy joven; tengo seis hijos, tres nietos (Jordan, Jaden y Carlos Manuel) y otro en camino. Mi primer hijo lo tuve con 15 años, apenas un niño; así que en mi caminar he tenido a Leandro Antonio (35 años), Cristina Desirée (30), Rodrigo Javier (29), Gabriella Desirée (20), Juan José (14) (incluyo al hijo de Nielsen que está conmigo desde los tres años y para mí es mi hijo aunque no sea de sangre), y Adriana (4). Mis hijos siempre me han derretido, he sido débil con ellos, principalmente con las hembras; y con las que he tenido más oportunidad de convivir es con las dos pequeñas, Gabriella y Adriana. Algo que siempre dije que nunca haría, porque a mí me pasó mucho, es pegarles, siempre dije que a mis hijos nunca les iba a poner un solo dedo encima, no es parte de mi filosofía como padre, aunque sí soy un padre peleón, gruñón, y me considero muy complaciente, algo que me trae mis problemas con las madres por eso, como es comer viendo la televisión, un dulce antes de la comida o jugar con videojuegos, y con los castigos soy súper flexible. No soy de poner castigos, soy más de llamar la atención.

Aunque yo siempre he sido permisivo, siempre he sido muy dado a complacer; pero con las hembras yo siempre decía que no iban a tener novio hasta cierta edad, pero al pasar el tiempo uno lo va entendiendo porque uno lo vivió y no me metí en eso cuando tuvieron su noviecito con 14 o 15 años, pero eso era algo que yo pensaba de forma tajante (antes)”.


Mario Dávalos, artista, escritor y estratega de comunicación

“Tanto mi esposa como yo siempre dijimos que los niños dormirían en su cama después de los tres años. Pero la realidad es que el tiempo pasa tan rápido y estos piojos crecen de una manera tan acelerada, que cada momentico que podemos tenerlos con nosotros lo disfrutamos. Adriana ya tiene 12 y es más independiente y ya no está tanto en nuestro cuarto, así que estamos disfrutando los últimos momentos de Mario con nosotros. Incluso cuando me clava la rodilla en las costillas o cuando su codo me corta la circulación, prefiero tenerlo cerca. Somos una manada, y como manada, como mamíferos, está demostrado que el calor y la seguridad que genera dormir juntos es de donde se construye la independencia”.


Carlos Sánchez, comediante

“Me ha costado mucho pensar en algo que nunca dije que haría y he hecho, pero sí recuerdo que decía, cuando mi mamá me peleaba o se desesperaba, que yo no iba a hacer eso con mis hijos, y yo peleo y me desespero. El problema es que yo soy como otro niño; a veces soy un payaso con mis hijos, juegos con ellos, los molesto, les hago bromas, hago que se molesten conmigo, pero todo lo que hago siempre lo quise hacer; por ejemplo, el tema de los gases, mi esposa quisiera que mis hijos fueran más educados y no aprendieran que es divertido tirarse pedos o eructos, pero yo como estaba en un colegio de varones, para mí eso era normal con mis amigos, quienes éramos un poco salvajes, sucios, llenos de testosterona y siempre con juegos de mano; así que siempre soñé que todo eso quería hacerlo con mis hijos, y yo cuando hacen esas cosas me muero de la risa con ellos. Al final creo que la pena está en que mi esposa tiene 3 hijos”.


Rafael de los Santos ‘Poteleche’, artista

“Hay algo muy cómico por lo rápido que pasó, y que yo juraba que iba a suceder antes con mi esposa que conmigo, fue perder la paciencia, cuando estaba con días de nacido. Hubo un momento en que estaba auténticamente desesperado en la madrugada con la lloradera, y juraba que a mí no me iba a pasar eso en la vida tan temprano; fue mi esposa quien me calmó con su instinto materno full. Algo que tampoco me esperaba, y fue durante la cuarentena, fue la televisión; juraba que yo iba a evitar eso a toda costa, pero ya lo dejo ver más televisión de lo que estaría orgulloso de admitir, sé que está muy fuerte, y claro que hay que controlarla, pero a veces en este momento eso es lo que mejor funciona”.


William Vargas, fundador de @rutagourmetdo y @rutagourmetkids; publirelacionista

“En mi ingenuidad primeriza, siempre dije que no íbamos a exponer a Los Mellos a las pantallas hasta los dos años, siguiendo el consejo de los expertos; o sea, cero televisiones, tabletas, celulares... ¡Hasta que en la desesperación de un domingo al amanecer lo cambió todo! ¡Encontré a su mamá con los niños disfrutando y cantando un video de YouTube! Actualmente, ya están más grandes. Ahora siguen teniendo la televisión limitada, pero ha sido imposible prescindir de ella”.


Iván Gómez, ambientalista y charlista emocional

“Una de las cosas que yo he tenido que flexibilizar con Axel, con quien fue mi primer aprendizaje como padre, es que siempre dije que iba a ser un padre muy estricto (¡soy militar, imagínate!) porque yo necesitaba que crecieran fuertes, que no sufrieran como yo he sufrido en la vida, que controlasen sus emociones y sentimientos desde pequeños para que nadie pudiera hacerles daño y entendieran que hay que tener rutinas y un patrón, y ser perseverantes para tener éxito en la vida, etcétera... Y no es que no sean así, gracias a Dios lo son, pero son personitas con sentimientos y emociones independientes y eso es chulísimo. Muchas veces yo le llamaba la atención a Axel si hacía algo malo y se le aguaban los ojos y empezaba a llorar, y yo le preguntaba: ‘¿por qué lloras? Los hombres solo lloran cuando les duele algo o están tristes, o necesitan desahogarse, y lo que acabas de hacer no tiene sentido para llorar’; pero era peor porque lloraba aún más, y le decía: ‘sécate las lagrimas, deja de llorar..’, pero al final de cuentas se me partía el corazón y terminaba diciéndole:’ ven mi hijo, dame un abrazo, tranquilo’, lo acurrucaba y lo añoñaba y dejaba de llorar. Esa forma de pensar de que tenía que ser fuerte para protegerlos y hacer que no sufrieran en la vida como yo, porque él tiene el mismo corazón que yo, al final no se puede. Sigo siendo estricto, ellos saben que hay cosas que son innegociables en la vida, como el honor, la lealtad, la virtud, la honradez, ahí sigo siendo bien estricto, pero cuando ellos hacen cosas y lo admiten y exploran sus emociones hay que dejarlos, y quizás van a sufrir en la vida por eso, pero tienen que aprender y crecer con nosotros guiándolos y liderándolos. Así que busco un equilibrio: sigo siendo estricto y él también ha aprendido mucho porque sabe que no tiene que llorar por disparates, pero cuando se le aguan los ojos yo me vuelvo un disparate, lo tranquilizo y se le pasa. Creo que ese ha sido uno de los aprendizajes más grandes que he tenido con Axel (y también con Lucía)”.