Celulares en las escuelas, ¿sí o no?

Seguro que has escuchado: “la cura resulta más cara que la enfermedad”. Esta frase, sacada de la canción La Cura, del compositor puertorriqueño Tite Curet Alonso, define fielmente lo que puede suceder con la tecnología cuando se utiliza

de forma inapropiada. De cara al inicio del año escolar, se vuelve a poner sobre la mesa el tema del uso de los celulares en las aulas.

Sucedió. El jueves 7 de junio de este año, el parlamento francés aprobó en primera lectura el proyecto de ley que prohíbe el uso de los celulares en las escuelas. Esta fue una las promesas hechas por Emmanuel Macron durante su campaña como candidato a la presidencia de Francia. A poco más de un año de su triunfo, y antes del inicio del año escolar, la medida limita los teléfonos móviles hasta los 15 años de edad, incluidas las horas de recreo.

Gracias a la ayuda de Rosario Ramírez de Ravelo, Ingeniera en Sistemas, docente, especialista y asesora en Tecnología Educativa, logramos encontrar algunas respuestas a una serie de preguntas que surgieron a propósito de este hecho.

Límites claros

¿Fue Macron muy drástico al tomar esta decisión? Todas las disposiciones encuentran frente y esta no fue la excepción, aunque ya muchas escuelas en Europa han dispuesto por “motu proprio” que no se entre a clases con el teléfono móvil, queriendo propiciar la interacción personal entre los estudiantes y evitarles distracciones. La especialista Rosario Ramírez concuerda al respecto: “Los criterios bajo los cuales se estableció esta medida toman en cuenta los efectos negativos que puede tener el uso de los celulares en los niños y adolescentes. Los móviles pueden ser un excelente recurso académico siempre y cuando el educador esté preparado y planifique el uso efectivo de esta tecnología en clase. Entonces, basados en esta realidad, lo que consideramos adecuado es establecer reglas y límites claros en el uso del celular en las escuelas y permitirlo para objetivos académicos claros y específicos, de manera muy puntual. Así mismo, establecer los momentos en que los celulares deben estar apagados y guardados para no distraer o desvirtuar el proceso de aprendizaje”.

“Nomofobia”

“La tecnología móvil ha afectado de manera positiva y negativa a toda la sociedad. Específicamente los celulares han modificado la forma como nos comunicamos y ha cambiado patrones de comportamiento a todos los niveles. Los celulares nos facilitan la vida, permiten acortar distancias y manejar la información de una manera más eficiente, pero también han surgido una serie de efectos como las adicciones al uso de estos aparatos, la falta de contacto personal y condiciones como la “nomofobia”, por ejemplo, que no es más que el pánico que sentimos cuando no andamos con nuestros aparatos celulares”.

¿Qué riesgos corren los adolescentes con acceso a celulares?

“En el mundo hay 4.77 mil millones de personas con teléfonos celulares, y cerca del 83% del acceso a internet se hace a través de los móviles. Al entregar un celular a un adolescente le estamos abriendo acceso a ese gran mundo virtual, por lo que se requiere de mucho criterio de parte de los padres para poder guiar y supervisar el uso de estos dispositivos”. Para la educadora el acceso a toda esta información es el mayor riesgo que corren los adolescentes, pues también se exponen a la violación a la seguridad de su propia información personal, al acceso a contenidos inadecuados sin ningún filtro como la pornografía, a los ataques como el cyberbullying, comunicación con extraños, adicciones a videojuegos, afectar su adecuado y sano desarrollo psicológico, evitando los tiempos de juego y socialización, y hasta la desconexión con el mundo real.

Sin embargo, Ramírez quiere dejar claro que los celulares y demás aparatos tecnológicos “no son malos”, más bien depende del objetivo y el uso que se les aplique.


La edad apropiada

“Lo recomendado es que niños menores de 13 o 14 años no deben manejar tecnología móvil con acceso a internet. Muchas veces los padres justifican darles a sus hijos pequeños un celular porque necesitan mantenerse comunicados, lo cual es válido. En ese caso, el padre o madre tiene la opción de ofrecerle un aparato que solo reciba llamadas, por ejemplo. Tener acceso a internet sin supervisión representa un riesgo para nuestros hijos. Como padres debemos establecer los criterios de uso y sistemas de supervisión en cuanto al uso de los celulares, y conversar con ellos claramente sobre lo que se espera de ellos, que los utilicen con responsabilidad. Los padres debemos ser el primer modelo del uso adecuado de los móviles”.

Entonces: ¿sí o no?

Cuando el uso de los celulares se plantea hoy día como una necesidad, ser radical en este caso no sería la mejor elección, según la especialista: “Lo sano para todos es que aprendamos a establecer los espacios y los tiempos en los cuales se utilizan los móviles. De otra forma, la sobreexposición va a quitar tiempo y espacio de otras actividades importantes en nuestra vida. Nos hemos condicionado en el uso de los celulares al punto que dormimos con el celular al lado y es lo primero que la mayoría de las personas ven cuando se despiertan en la mañana. Lo revisamos en medio de todas nuestras actividades y, según los últimos estudios, el tiempo de uso del celular ha subido hasta a 5 horas al día. Las redes sociales han sido una tremenda herramienta mercadológica, al punto de que se han creado nuevas carreras y puestos de trabajo, lo cual ha diversificado el mercado profesional”.

¿Es el problema el aparato o las redes?

“El ‘problema’ no es el aparato, ni tampoco las redes sociales. La Ciudadanía Digital, como se llama a la serie de normas y reglas de convivencia virtual, junto con una correcta forma de modelar el uso de los celulares, se debe enseñar y supervisar desde casa primero. Los padres tienen una gran responsabilidad. Sin embargo, la escuela debe ser la plataforma en la que la tecnología, en todas sus vertientes, se integre y muestre de manera productiva para la preparación de nuestros hijos y alumnos como entes tecnológicos y éticos en la sociedad”.

Fotos: Shutterstock.