El regreso de Belkola, ¿por qué no..?

Abandonó el país después de iniciar una exitosa carrera como diseñadora, ahora se atreve con una nueva colección

Tomar decisiones a pesar del miedo, trabajar sin cansancio por lo que quería, defender su identidad... Belkis Vásquez abandonó el país después de iniciar una exitosa carrera como diseñadora, justo cuando en el país la industria de la moda empezaba del mismo modo a despuntar. Se marchó a EEUU y trabajó seis meses con Oscar de la Renta, quien la ayudó confirmar que debía seguir adelante con su marca Belkola y ser fiel a su estilo. Después de madurar como mujer, diseñadora y madre, ahora se atreve con una nueva colección, “Why not coño?”, que más que llevar un nombre irreverente, demuestra el coraje que se necesita para volver a empezar.

Lo primero que necesitamos es que nos actualices. Ahora vives en Estados Unidos...

Me fui a Estados Unidos para tener a mi hija, que ya tiene 5 años. Lo que me pasó es que, con el cambio, adaptarme al sistema de trabajo fue difícil, y me puse a procrastinar. Di muchas vueltas. Nunca había trabajado aquí para nadie y al llegar allá tampoco lo hice. No tenía experiencia como empleada, tampoco sabía el idioma... el sistema, las leyes, todo es muy diferente. Entonces fue como aprender todo de golpe y al mismo tiempo tener a mi niña. Humanamente crecí y empecé a visualizar las cosas de otra forma, más tranquila, como el tiempo en la casa, con la familia, a disfrutarla. Es algo que quise hacer. Me tomé mi tiempo para eso.

¿Qué significa que estés de nuevo en el país?

Que nunca paré de trabajar. Aunque no lo hice de la manera a la que estaba acostumbrada: constante, todo el tiempo en los medios y produciendo mucho. No es que vaya a venir a vivir al país, pero mi trabajo sí va a estar más presente y yo también.

¿En ese sentido, Estados Unidos, Nueva York, te ofrecía la oportunidad para hacer lo que querías en ese momento?

Tú sabes que nosotros, los dominicanos, tenemos el “sueño americano”, pero hay más perspectivas sobre qué hacer. Todavía aquí (en RD) ser diseñador es para una élite. Pero en NY puedo hacer solo t-shirts, anillos... y tener una empresa.

Y se respeta...

Y además se respeta. Se valora mucho el talento, premian el fracaso o el error. No hay problema si pasa algo, vuelves a empezar una y otra vez. Eso aquí no sucede; te castigan si no te va como la industria entiende que te tiene que ir.

Al llegar, ¿realmente hallaste “el sueño americano”?

(Risas) Bueno, lo que pasa es que el sueño americano para la gente es: la casa, el perro, el dinero que lo encuentras en la calle... y no me he encontrado ninguna de esas cosas (risas). Pero sí veo más oportunidades.

¿Las encontraste?

Primero me fui a vivir a Miami. Ahora hace ya un año que me mudé a Nueva York. Sabía que mi mercado estaba en NY o en Europa, por mi forma de trabajo y mi estilo. Al principio pensé que me sería más fácil adaptarme a Miami, pero mi estilo me domina, no es algo que puedo controlar. Si me pones a hacer ropa de baño, va a salir mi estilo. Y me di cuenta que yo no soy muy Miami. Mi estilo no va a encajar allí porque no es lo que están buscando. Necesito más diversidad.

Cuando vi el nombre de tu nueva colección, me sorprendí. Cuando lo leí, de hecho pensé que había salido, en buen dominicano, de un pique.

(Risas) La verdad es que sale de muchas cosas.

¡Cuéntanos todo!

Pues tenía la colección, quería empezar a trabajar, pero no lo hacía. Soy un poco perfeccionista (risas) y eso me llevó a no hacer nada.

¿Por qué?

Porque si ya llevaba un tiempo sin hacer nada e iba a hacer un trabajo nuevo, tenía que ser “el trabajo”, porque me comparaba con los otros. Y yo lo que pensaba es que la gente me iba a juzgar o iba a decir “viene con lo mismo”, o “¿ella está sacando ‘esto’ después de que hizo ‘tal’ trabajo?”. También entré en una relación que era atípica a lo que yo tenía pensado. Dentro de todo esto, me sale un día: “Why not coño?”. ¿Por qué no? Es una frase de empoderamiento que significa “¿por qué no lo haces?, ¿por qué no lo has hecho?, ¿por qué no te das el gustito?”. Porque para nosotros los dominicanos el ‘coño’ es bueno, es malo, es rico, es un dolor... es todo lo que quieras. El ‘coño’ es lo que quizá te detiene por miedo a que te critiquen, a que te juzguen, o es miedo a uno mismo que se pone límites. Entonces, “Why not coño?”

¿Sentiste o has sentido en algún momento que la gente no te comprende como diseñadora?

La verdad es que fui bendecida... a la gente sí le gustaba mi trabajo. Claro, había algunas personas a las que no, pero la reacción que tenía en ese sentido era mínima. Sé que mi trabajo, para el momento en que salí, era muy irreverente. Ya no, porque ya hay más diseñadores que hacen cosas similares. Había quienes me decían que no les gustaba o no se atrevían a ponerse mis diseños, pero que no estaba feo. Es como un “yo no, pero te lo respeto”.

Eras consciente de que lo que hacías en ese momento no era...

Yo honestamente estaba haciendo lo que me daba la gana, lo que yo quería. Siempre fui muy clara y lo decía: yo hago mi clóset, mi ropa, lo que me quiero poner, y al mismo tiempo lo estoy vendiendo. Yo no hago nada que no me pondría. Todo lo que está ahí es porque lo usaría. Entonces, si a ti te gusta lo que me pongo, mi estilo, lo compras. Si no, no es mi problema.

Sufriste como inmigrante, como diseñadora...

No. Yo no tengo el drama. Si encuentras trabas forma parte del proceso, es lo normal. Con esta misma colección, que tenía mucho por sacarla, hubo gente que me quedó mal, después no me entregaron el trabajo como era... Pero aprendí, por ejemplo, que tengo que hacer contratos. Y esas cosas ya no me van a volver a pasar. Es parte del aprendizaje.

¿Qué es eso que no se publica de la moda, lo que tiene que pasar un diseñador para sacar adelante su trabajo...?

La gente ve el mundo fabuloso, la vida perfecta. Pero no es nada fácil. Y el proceso de producción no tiene hora, no hay fines de semana, ni 10 de la noche. Pero la gente solo ve el resultado de un trabajo de seis meses, solo ve los 15 minutos de una pasarela.

La moda siempre se ha visto como algo...

(Me quita la palabra de la boca) Muy superficial y es todo lo contrario. Hay un trabajo psicológico increíble. Tienes que tomar en cuenta tu target de público, lo que a esa persona le puede gustar, qué vas a hacer para que se adapte al cuerpo o el clima, el momento económico... la moda siempre se ve afectada por lo que está pasando a nivel global. La moda es lo que expresa cuando estamos en guerra, cuando estamos en depresión...

Lo has dicho, eres muy tú en tus diseños. ¿Nos recuerdas de dónde vienen esas características tan tuyas?

No sabría decirte exactamente. Recuerdo cuando comencé con las carteras de zippers. Me iba un fin de semana de vacaciones y me hice la ropa... compré los zippers, los pegué e hice una cartera. Una amiga la vio y me dijo: “eso puede ser un producto que puede llegar a reproducirse”. Y fue así como empecé a hacerlas.

A mí siempre me ha gustado usar materiales no usuales, buscarlos en otros lugares. Soy muy manual, muy 3D, pero al mismo tiempo se ve industrial. Es artesanal pero tiene un punto de sofisticación. Eso es lo que me caracteriza.