¿Qué mascarilla es más eficaz?

Las mascarillas son una herramienta fundamental para reducir la propagación de la COVID-19, pero advierten no todas son igualmente efectivas

un equipo de investigadores de la Universidad de Duke, ha desarrollado y probado un nuevo dispositivo de medición óptica. (Shutterstock)

Los expertos en salud pública coinciden en que las mascarillas, también denominadas tapabocas, son una herramienta fundamental para reducir la propagación de la COVID-19, pero advierten que no todas las versiones de estos elementos de protección son igualmente efectivas.

Ahora un equipo de investigadores de la Universidad de Duke, en Durham (Carolina del Norte, EEUU) ha desarrollado y probado un nuevo dispositivo de medición óptica simple y económico para evaluar la eficacia de las mascarillas en el cumplimiento de su función: reducir la transmisión de gotitas respiratorias durante el habla regular, los estornudos o la tos.

Este sistema puede ser fabricado y operado por personas no expertas, lo que permite una evaluación rápida del rendimiento de la mascarilla, de las cuales hay una gran variedad y cuyo uso reduce la probabilidad de que una persona infectada propague la enfermedad, aunque muchos de los diseños de estas prendas no han sido probados en la práctica, aseguran.

En los ensayos de este dispositivo de medición, que emplea tecnología láser, se compararon distintas mascarillas disponibles habitualmente y se observó que algunos modelo ofrecen un rendimiento que se acerca al de las mascarillas quirúrgicas estándar, mientras que algunas versiones de mascarillas alternativas o caseras ofrecen muy poca protección.

Proyecto nacido de la necesidad

Las gotitas que expele al hablar se propagan a través de la luz láser dispersa, haciéndose visibles, lo cual se registra mediante la cámara de un 'smartphone'.

A continuación, las gotitas grabadas en el video, son contadas mediante un algoritmo informático simple.

Los componentes de este aparato están disponibles en cientos de laboratorios de investigación o se pueden comprar por menos de 200 dólares, y una cámara de teléfono celular estándar puede servir como dispositivo de grabación, según Duke.

Las que mejor funcionan

En sus ensayos Fischer y Westman confirmaron que esta técnica simple y de bajo costo proporciona una prueba visual de la efectividad de las mascarillas para reducir las emisiones de pequeñas gotas durante su uso normal.

También “confirmamos que cuando la gente habla, expulsa esas gotitas, por lo que la enfermedad se puede transmitir al hablar, sin toser ni estornudar”, afirma el doctor Fischer.

Asimismo "pudimos ver que algunas cubiertas faciales funcionaron mucho mejor que otros en el bloqueo de partículas expulsadas", apunta.

Los investigadores de Duke informan que con esta tecnología han comprobado que las mejores cubiertas faciales “son las mascarillas N95, sin válvulas, es decir las cubiertas faciales de grado hospitalario que utilizan los trabajadores de atención médica de primera línea”.

Además comprobaron que las máscaras quirúrgicas o de polipropileno también funcionan bien para bloquear las emisiones humanas de gotitas respiratorias.

Por su parte, las cubiertas faciales de algodón hechas a mano “proporcionaron una buena cobertura, eliminando una cantidad sustancial del aerosol, es decir, las partículas diminutas suspendidas en el aire, producido durante el habla normal”, según Duke.

Sin embargo, los pañuelos para la cabeza (bandanas) y los vellones para el cuello (‘neck fleeces’), así como los pasamontañas, no bloquearon mucho las gotitas expelidas al hablar, según estos investigadores.

Los investigadores señalan que aún hace falta investigar “las variaciones en las máscaras, en los usuarios al hablar y en el modo que las personas las usan, pero esta prueba podría ser efectuada fácilmente por empresas y otras personas que están proporcionando mascarillas a sus empleados o clientes”.

Westman utilizó enseguida la información proporcionada por este dispositivo para valorar la compra de un lote de mascarillas para ‘Cover Durham’ y, de hecho, decidió no adquirirlas, al comprobar que "no eran buenas".

“Usar una mascarilla es una manera simple y fácil de reducir la propagación de la COVID-19 al detener las gotitas respiratorias antes de que lleguen a otra persona, pero es importante que las empresas que las suministran al público y los empleados tengan buena información sobre los productos que ofrecen para garantizar la mejor protección posible”, recalca Westman.

Por Omar Goncebat.

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