¿Te cuesta decir “no”?, aprende a hacerlo con estos consejos

Saber decir “no” permite poner límites y, en consecuencia, nos ahorra exponernos a situaciones que no deseamos o que vayan en contra de nuestros ideales

Muchas personas con falta de asertividad presentan este problema. (Freepik)

Es una de las palabras más cortas de nuestro vocabulario, pero también de las que más le cuesta pronunciar a muchas personas. Saber decir “no” es un don que no le fue conferido a todos, que permite poner límites y, en consecuencia, nos ahorra exponernos a situaciones que no deseamos o que vayan en contra de nuestros ideales. ¿Te cuesta negarte? Aquí te recopilamos algunos consejos que prometen facilitarte el trabajo.

via GIPHY

Valora tus deseos y necesidades. Para poder decir “no” primero debes tener muy claro lo que quieres; cuáles son tus deseos y necesidades. Una vez seas consciente de ello, proyéctate ante los demás de ese modo, respetando tu forma de ser e ideales. Eso ayudará a que muchos incluso se cohíban de preguntarte o pedirte ciertas cosas, pues de antemano, basado en tu personalidad, sabrán cuándo obtendrán una respuesta negativa de tu parte.

No te dejes manipular. Muchas personas recurren a la manipulación para poner al otro entre la espada y la pared, utilizando frases como “si me quisieras, me ayudarías”. Es importante que sepas que quien te quiere y valora de verdad nunca te exigiría que hagas algo en contra de tu voluntad solo por complacerlo; al contrario, entenderá que tienes deseos e intereses personales.

via GIPHY

Practica tu “no”. Puedes pararte frente a un espejo, imaginar situaciones cotidianas en las que te negarías y practicar la mejor manera de decirlo. Repite varias veces frases como “Lo siento, pero no puedo” o simplemente “no quiero”.

Habla claro. No se trata de que seas rudo, pero sí contundente. No abundes demasiado en tu argumento con explicaciones ambiguas que la otra persona probablemente continúe cuestionando: de forma calmada y precisa deja claro que es un “no”.

Sé empático. No confundas la simpatía con la empatía: mientras que la primera se limita a responder, la segunda consiste en escuchar y ponerte en el lugar del otro. Aunque al final tu respuesta termine siendo negativa, la otra persona al menos sentirá que no tomaste tu decisión a la ligera.