Eloisa Fontes, la modelo brasileña que saltó de las pasarelas a una favela en Río

La modelo, reportada como desaparecida hace un año, fue encontrada esta semana por la Policía en las calles de Cantagalo, una favela al sur de Río de Janeiro

La modelo brasileña Eloisa Fontes luce una creación de la colección deportiva de Invierno 2018 de la firma Escada. (Escada)

Desde muy joven conoció el glamour del modelaje. A sus 26 años ya había sido portada de múltiples revistas y desfilado en pasarelas de Europa y Estados Unidos. Con una carrera en ascenso, la brasileña Eloisa Fontes pasó del jet set de Nueva York a vivir en una favela en Río de Janeiro.

La modelo, reportada como desaparecida hace un año, fue encontrada esta semana por la Policía en las calles de Cantagalo, una favela al sur de la “cidade maravilhosa”. Estaba semidesnuda y completamente desorientada.

La joven modelo es uno de los innumerables casos de desaparecidos que atienden las autoridades policiales de Río de Janeiro cada día, una labor donde los habitantes de la calle son sus mejores aliados.

Fueron ellos los que la vieron deambular por las calles de la favela vistiendo solo un pantalón y unas chanclas. Ellos alertaron a la policía sobre los peligros que podía sufrir y gracias a su llamado, Fontes fue localizada un día después.

Hasta ese momento, la joven era una ciudadana más con un problema evidente, pero al corroborar su identidad, los agentes descubrieron que se trataba de una exitosa modelo reportada como desaparecida un año atrás.

De la impactante mujer que sobresalió en campañas de Dolce & Gabbana y de Giorgio Armani, y que protagonizó carátulas de revistas de moda como Glamour y Elle, quedaba una joven temerosa y desorientada.


El salto a las pasarelas internacionales

Eloisa Fontes salió de su casa a los 17 años tras ganar un concurso. A esa edad dejó a sus siete hermanos y a su madre, en Piranhas, un pequeño y humilde municipio del estado de Alagoas. Se marchó con la esperanza de triunfar en las pasarelas internacionales y lo logró.

De Sao Paulo, centro financiero de Brasil y una de las más importantes ciudades del mundo de la moda, saltó a las pasarelas de Europa y Estados Unidos tras casarse con Andre Birleanu, un modelo y productor ruso 15 años mayor que ella y con quien tuvo una hija que está bajo custodia del padre.

Francia, Italia, Alemania, Rumania y Nueva York fueron algunos de los destinos que la joven brasileña conoció gracias al modelaje, un mundo que también le permitió rozarse con gente del Jet-set internacional como Paul McCartney, al que conoció en un desfile de la hija del ex Beatle, Stella McCartney.

Con siete años de carrera profesional, su último trabajo internacional fue en Nueva York, contratada por una agencia estadounidense. Fue allí, en la ciudad luz, donde se registró el primer síntoma de su problema y desde entonces su vida dio un giro de 180 grados.

El futuro

Expertos consultados señalaron que el futuro de la modelo a corto plazo es incierto. Sin conocer en detalle su situación, coinciden en que los problemas psicológicos llevan tiempo y que el tratamiento mínimo requerirá de meses. Pese a las recaídas que tuvo durante este último año, Fontes quería seguir modelando.

En marzo, cuando ya vivía en Río de Janeiro, contactó a la firma JOY model, con sede en Sao Paulo, en busca de trabajo. Tras enviar un correo electrónico con fotografías de su portafolio su belleza impactó a los directivos de la compañía que posteriormente hablaron con ella por videollamada.

“Es una mujer hermosa, por eso le confirmamos nuestro interés en representarla en el mercado brasileño y tenerla en nuestro sitio web y en nuestro elenco. Desafortunadamente, no tuvimos tiempo de empezar”, señaló la firma en una nota, en la que deseó la pronta recuperación de Fontes. Según la compañía, como estaba iniciando la pandemia del coronavirus, la modelo les pidió esperar un tiempo para empezar, porque estaría entre Nueva York y Alemania. Ella quedó de avisarles cuando estuviera disponible. Lejos del mundo de las pasarelas, Eloisa Fontes reposa por ahora en un hospital psiquiátrico.


Texto: María Angélica Troncoso

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