Pasarela sin estaciones: Lisboa adapta la moda a la pandemia

Menos público, más soporte digital y un armario sin calendario fueron las claves de ModaLisboa

No hay propuestas primavera-verano 2021 en Portugal; hay propuestas para lo que venga. Así ha sido la nueva ModaLisboa, la pasarela más importante del país, que ha adaptado su 55 edición con menos público y más soporte digital y dando más libertad que nunca para reconfigurar el armario sin calendarios.

Hacer de la incertidumbre virtud ha llevado a los portugueses a eliminar por primera vez en su historia las referencias de estación, desaparecidas en favor de “las conversaciones que nuestros diseñadores sienten que deben mantenerse” en este momento, según la organización.

“La creatividad que necesita ser liberada” o “la moda que necesita de libertad”, veladas alusiones al confinamiento, han servido para que esta edición se abra radicalmente, pasando a realizarse al aire libre, en los jardines del Parque Eduardo VII de Lisboa.

Un alto con vista privilegiada de la ciudad y donde se ha reunido el público permitido este año, limitado en número pero no en osadía, sin renunciar a los pantalones de cuero o botas altas bajo un sol implacable que ha elevado los termómetros hasta los 30 grados durante los cinco días que ha durado ModaLisboa.

“Sin drama, sin tristeza”

Nuevas posibilidades de desfile

Acostumbrado a una pasarela en recinto cerrado, el espacio de los jardines del Parque Eduardo VII supuso una oportunidad para diseñadores como Nuno Baltazar, que exprimió al máximo su escenario: una plataforma de madera circular que rodeaba un pequeño estanque.

“Pensé enseguida que tenía que entrar dentro del agua”, sostiene a Efe, y eso pidió a sus modelos: caminar una vuelta sobre la pasarela y luego hacerlo dentro del agua.

Así vieron cerca de dos centenares de personas “Ensayo”, título nada aleatorio dado a su trigésimo tercera colección, precedida además por una peformance que permitió ver los instantes previos a la marcha de las maniquís y sus últimos retoques, siguiendo la idea de mostrar los bastidores, última expresión de los ensayos.

“El ensayo es una obra que no está acabada, que está en constante evolución y la idea de la colección es eso, hay piezas que no están acabadas”, comenta Baltazar, que partió de la idea de “ensayar el futuro” en tiempos de coronavirus.

Detalles tridimensionales, oversize que conviven con ceñidos y encajes y hasta animal print. El diseñador no se olvidó de ninguna forma, tejido o color, con tonos que iban del amarillo luminoso a chocolate y fucsia. Todo está permitido en el año de la incertidumbre.

“La pandemia afectó al negocio negativamente, pero para la colección fue una influencia muy positiva, porque durante el confinamiento tuve mucho mas tiempo para la introspección, para pensar”, reconoce.

De ahí surgió su deseo de ir “en la dirección exactamente opuesta” a la que dice ver en las últimas propuestas internacionales, donde dominan “colecciones más relajadas”.

Ir al revés significaba “no dejar que la moda de autor dejase de ser un sueño, que es lo que tiene que ser para mí, de hecho. Quise que fuera fantasioso, fuerte e intenso”, defiende.

Un certamen con margen de cambios

La libertad de Baltazar es apenas una pieza del puzzle heterogéneo en el que ha acabado por convertirse la pasarela sin estación, que contó con un plan de contingencia ante imprevistos que no estuvo cerrado completamente y que iba desde reconfigurar la distancia de las sillas hasta responder a imprevistos climáticos.

“Me preguntaban mucho que haríamos si lloviese. ¡No puedo controlar el tiempo!, respondía, pero podemos esperar veinte minutos a que pase la peor parte del chaparrón y volver a intentarlo. Todos sabemos que vamos actuando según sucedan las cosas este año”, apunta Abbondanza.

Es un gran cambio de perspectiva con respecto a la anterior edición, realizada a principios de marzo y que ya introdujo algunas novedades por el Covid-19, en ese momento en una etapa muy temprana en Portugal, con apenas dos casos confirmados.

En aquella pasarela los desfiles transcurrieron en unas instalaciones del centro de Lisboa en las que se creó una “sala de aislamiento” para invitados con síntomas, y se dispusieron varios dispensadores de gel hidroalcohólico, aunque el resto de la actividad se produjo como antes de 2020.

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