El 13 de mayo
Hoy es 13 de mayo, para los católicos el día del milagro de la virgen de Fátima y para mí, un día de profunda significación personal.
El 13 de mayo de 1950, yo tenía dos años de edad y para comer en la mesa mi mamá ponía una sillita encima de la silla de tamaño regular para que pudiera alcanzar la comida en la mesa. Papá no estaba en casa.
Sin querer, tumbé un vaso al piso que al caer quedó con el fondo intacto y una astilla de vidrio apuntando al cielo. Al mirar dónde cayó el vaso, la sillita se fue con mi peso y la astilla me hizo una honda herida en el cuello.
Mi madre salió desesperada conmigo en brazos pidiendo auxilio por la calle. A poco más de dos cuadras de nuestra casa, nos ayudó un señor que tenía un automóvil y nos transportó a la clínica más cercana, la de los doctores Rojas. Allí no había nadie, excepto Molio Guzmán, que ponía inyecciones y logró parar la hemorragia en lo que llegaron los médicos.
Al terminar la operación, habían sacado vidrios de adentro de mi cuello y me suturaron con 13 puntos de entonces, mucho más grandes que los de ahora.
La cicatriz es una marca nunca he querido borrar a pesar de la solicitud de varios cirujanos plásticos amigos.
Otro 13 de mayo, nació mi hija Miguelina que me ha dado el único varón hasta ahora de la familia, pues solo tuve hijas y de los seis nietos, cinco son hembras.
Luego de este relato que espero me perdonen, podrán entender por qué amo tanto la vida, por qué me siento ser una persona bendecida y por qué creo que es mi deber promover valores que nos hagan mejores seres humanos. Que Dios los bendiga a todos.
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