El ejemplo de Juan Pablo Duarte
La vida de Juan Pablo Duarte tiene varios momentos luminosos y ejemplares que mostraron a los dominicanos su desprendimiento, su honradez, su apego a los principios democráticos y su amor a la Patria.
Algunos de esos valores no han sido nunca características de un sector de la élite gobernante del país y esa es una de las razones por las cuales el Padre de la Patria ha sido preterido en la Patria que ayudó a fundar.
Uno de esos hechos ocurrió un día como hoy en 1844, cuando en el exilio en Curazao, le pide a su familia que venda sus bienes muebles e inmuebles y entreguen el dinero a la causa de la independencia.
La carta del 4 de febrero de 1844, no es solo una demostración de desprendimiento sino de confianza en los destinos del país, pues le asegura a la familia que lo recuperarán cuando seamos independientes, porque “heredero del ilimitado crédito de nuestro padre y de sus conocimientos en el ramo de la marina, nuestros negocios mejorarán, y no tendremos por qué arrepentirnos de habernos mostrado dignos hijos de la Patria.”
Su honradez quedó demostrada cuando dirigió una fuerza expedicionaria y devolvió el dinero sobrante al Gobierno; su apego a los principios democráticos fue palmariamente definido cuando no aceptó la presidencia de la República que le fue ofrecida en Santiago, porque no venía de unas elecciones, evitando así una guerra civil que hubiese sido desastrosa para el país.
Finalmente, a pesar de la lejanía, las amarguras y el tiempo pasado, desde que se enteró que Santana había entregado la Patria a España, corrió en su auxilio.
Nadie es tan grande como Duarte en virtudes.
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