¡Gracias!

Gracias, sí. Como en otros países, también toca aquí dar las gracias. A todos los médicos que siguen en su consulta y a las enfermeras que los acompañan y muchas veces sustituyen. A los trabajadores de las farmacias que con toda la paciencia del mundo explican cada duda. A los empleados de los supermercados que preferirían estar en su casa pero saben que su trabajo es un mensaje de normalidad que necesitamos y un servicio impagable en estos días de crisis y alarma.

Gracias a los jóvenes del 911. Es tranquilizador saber que están ahí, al otro lado del teléfono y que saben cómo hacer su trabajo rápido y bien. Gracias a todos los empleados de los call center que nos mantienen comunicados con diferentes servicios, urgencias y necesidades. Ellos también son imprescindibles para mantener el país en marcha; frenado pero caminando.

Gracias a los que en las zonas francas van a mantener una cadena de suministros abastecida sin la que el país se pararía. Gracias a los periodistas que entienden su trabajo desde la esencia y las ganas con que se aprendía en la universidad y que se vuelcan tanto en informar como en aclarar el chorro de bulos que desaprensivos se esmeran en circular en estos días. A los profesores que tratan de que sus alumnos trabajen desde casa.

Gracias a los empresarios que mantienen los empleos, especialmente a los pequeños y micro que hacen de tripas corazón para no despedir a nadie o al menos, paliar el daño. Gracias a todos los que están poniendo su granito de arena para que salgamos de esta crisis sanitaria y económica con esperanza en el futuro.

Es un momento de la historia extraño y peligroso. Las decisiones individuales son las que van a hacer que las cosas caminen o no.