Una historia casi cierta

Ella dijo: “Busco un hombre sincero que me quiera como soy”. Decidió empezar por encontrarse a sí misma.

El aumento de senos y unas nalgas hiperbólicas fueron el comienzo. Tenía que escoger entre una lipotransferencia o unos hilos tensores en los glúteos. Le advirtió al cirujano que, fuera cual fuese el método, menos de una talla Kardashian no iba a aceptar. Los senos eran más sencillos de impulsar; bastaba cambiar los implantes de silicona por unos más grandes. De cualquier forma, tocaba la revisión de los diez años. Los primeros fueron el regalo de los 15.

Aprendió a dormir de costado. ¿Cómo tumbarse boca abajo o boca arriba con su nueva silueta? Frente al espejo, en el selfie número 12 antes del desayuno, observó con espanto un detalle: las piernas, antes tan admiradas, parecían dos alambres colgados de la nueva volumetría de su cadera. Nada grave, le tranquilizó su lipoescultor de cabecera. “Con unos implantes en las pantorrillas recuperará usted las proporciones.” (Y el equilibrio).

Una abdominoplastia y un pellizco en la espalda completaron el trabajo en el torso. Jessica, la novia de Roger Rabbit era una nevera a su lado.

Faltaba la cara. Relleno de pómulos, rinoplastia, ácido hialurónico en los labios, bótox en la frente. Cejas tatuadas, pestañas postizas, carillas en los dientes. Extensiones en el pelo, uñas de porcelana.

Decidida y satisfecha, salió al mundo:

-“Busco un hombre sincero que me quiera tal como soy”, suspiró ella

-“Yo busco a una mujer que no me quiera por mi dinero”, se desahogó él.

Y ninguno de los dos mentía.

Inés Aizpún es una periodista dominicana y española. Actualmente es la directora de Diario Libre. Ha recibido el premio Caonabo de Oro, el Premio de la Fundación Corripio de Comunicación por su trayectoria, y el premio Teobaldo de la Asociación de Periodistas de Navarra.