La nueva crítica literaria dominicana

La literatura dominicana vista por extranjeros

“Escribir otra isla es escribir la isla sin sonrojos, sin atropellamientos, sin omisiones, sin heridas. Una isla escrita desde el rescate, desde la tradición reintegrada, desde la relectura y desde la exploración”.

Un camerunés examina la producción poética de Juan Sánchez Lamouth, en relación con el concepto de espacio y, de manera concreta, con las heterotopías, concepto desarrollado por Michel Foucault. Una ucraniana elabora un texto novedoso sobre la farmacia y la emancipación de género en la literatura dominicana de entre siglos, basando su estudio en Amelia Francasci. Una canadiense hace al abordaje del Contracanto a Walt Whitman de Pedro Mir, bajo el concepto de la descolonización de lo humano. Una francesa evalúa las performances literarias y el diálogo de la literatura con otras formas artísticas en Rey Andújar. Una chilena celebra la cultura diaspórica dominicana en la obra de Josefina Báez. Dos belgas exploran en la obra de Rita Indiana. Una puertorriqueña disecciona los cuentos de Ángela Hernández tomando en cuenta su astucia y sororidad (el neologismo que expresa la alianza solidaria entre mujeres para vivir su propia realidad). Tres españolas se dividen las apuestas: una por las crónicas viajeras de Abigaíl Mejía, otra por el ideario de La Poesía Sorprendida, una más por la catarsis y la tragedia en los cuentos de Juan Bosch. Un italiano se detiene en el examen de la novela de Julio González Herrera Trementina, clerén y bongó. Y una estadounidense reflexiona sobre la vigencia de Camila Henríquez Ureña, su legado intelectual y feminista desde el espacio académico norteamericano.

Dos, tres décadas atrás, era impensable aspirar a que esta isla pudiese ser escrita por críticos de otras latitudes. La literatura dominicana se alentaba, se disminuía, se agigantaba, se observaba y se escurría en las letras de una crítica local. Toda labor crítica tiene su tiempo, su espacio y su vigencia, como cualquier otra actividad de la vida. Esa labor fue cumplida, desde distintas vertientes, ideologías poéticas, evaluaciones puntuales, estudios minuciosos, actitudes beligerantes, crónicas difusoras, impulsos críticos académicos, y creemos que contribuyeron a crear un cuerpo de análisis sustancioso que ha dejado huellas. Fue una verdadera celebración de las letras criollas que elevó nombres y obras, y degradó otras, que impuso formas de examinarlas, aún cuando en algunos casos provocaran una que otra desazón. La crítica funciona así. Esa es su dinámica, aunque podamos complacernos en unas y desgarrar las vestiduras en otras. De cualquier modo, las etapas varias de esa crítica contribuyó sólidamente a que se pusiera sobre el mantel la pitanza del libro de autor dominicano.

Los tiempos cambian y es hora de que surja una nueva crítica, porque como sucede a muchos de nosotros no nos mola la música urbana y preferimos seguir extasiados en el bolero de Lucho, las baladas de Franco de Vita, las canciones de Serrat o la guaracha de Celia Cruz. Pero, hay nuevas generaciones que no vamos a alcanzar a comprender del todo si mantenemos cerrado los puentes de la sesera y los caminos del entendimiento de los signos que estos tiempos comportan. A mí me va igual Los Beatles que Andrés Cepeda, Aretha Franklin que Billie Eilish, Bad Bunny que Bruno Mars, Stevie Wonder que Dimash Kudaibergen, Michael Jackson que Luis Miguel, Mercedes Sosa que Jennifer López. Y así. Están los que no digiero, en cualquier época, pero aprende uno a adaptar el oído y el gusto, que no es tampoco la cosa para echarse a morir.

Va lo mismo con la literatura. Si usted no entiende el rol de Rita Indiana, Rey Andújar, Frank Báez o Miguel Yarull, es solo suyo el problema. Pero, la literatura tiene un diseño para cada época, sí, como la moda, vaya, y solo el tiempo decidirá por ella, por lo que queda y por lo que abrumará, por lo que no perece o se congela. A Dios las gracias, que si no fuera así no sabríamos adónde iríamos a parar. Por eso, la necesidad de una nueva crítica que remueva cimientos que parecían destinados al museo de las letras, que permita renovar las licencias de los representantes de promociones literarias de décadas recientes, y que, a su vez, aborde sin prejuicios  -y, tal vez, todo lo contrario- las propuestas y los nuevos destinos de la  literatura actual.

Y, en eso, los críticos, académicos o no, de distintas partes del mundo han tomado la delantera. Es un hecho relativamente reciente y existen nombres conocidos: Giovanni Di Pietro, Nina Bruni, Carlos Ardavín Trabanco, Yolanda Ricardo, Eva Guerrero, David Cortés Cabán, Manuel García Verdecia, y en etapa fundadora el rumano  Horia Tanasescu, la argentina María del Carmen Prosdocimi, los españoles María Ugarte y Manuel Valldeperes. Menciono sólo algunos, aunque nunca fueron tantos.  Pero, ahora está naciendo otra crítica extranjera para nuestra literatura. Sus representantes vienen de nacionalidades que nunca soñamos que iban a poner sus miradas sobre los autores dominicanos. Y eso es obra del conocimiento que han llevado a academias europeas y norteamericanas, en especial, docentes criollos y de otras nacionalidades  que, desde universidades del exterior, se han empeñado en presentar los valores de la literatura dominicana más allá de la isla. Por eso, escriben otra isla, diferente a los aportes y enfoques anteriores. Provienen de las universidades de Montreal, British Columbia, Salamanca, Georgia, A Coruña, Milán, Complutense de Madrid, Toronto, Yaoundé (Camerún), Arkansas, Alcalá, Université d’Orléans (Francia) y la Universiteit Anttwerpen (Bélgica).

A este grupo se unen escritores dominicanos que hacen causa común con la crítica académica proliteratura dominicana que está corriendo de Toronto a Salamanca, de África a Bélgica, de la Coruña a Estados Unidos y que parece estar iniciando un recorrido que habrá de abarcar otras geografías del globo. Ramón Antonio Victoriano Martínez, que formaliza una nueva mirada a la obra de Tulio Cestero; Guillermo Piña-Contreras, el mejor conocedor de la vida y obra de Juan Bosch, que sigue sorprendiéndonos con nuevas perspectivas sobre La mañosa; Sandra Alvarado Bordas, que representa tan dignamente a los docentes de la universidad magisterial Isfodosu, con un análisis sobre Escalera para Electra de Aída Cartagena Portalatín; Fari Rosario, el más joven del grupo, que estudia a Marcio Veloz Maggiolo; Jochy Herrera que enfoca su vista crítica sobre la obra de José Mármol; y dejo para nombrar de último a Néstor E. Rodríguez, guía y cómplice de esta deslumbrante iniciativa, quien examina con otra visión la “opacidad y errancia” de la poesía de Norberto James Rawlings.

¿Es la academia extranjera un espacio ideal para la proyección de nuestra literatura, en un momento en que la crítica local es, prácticamente, inexistente? Sí. Definitivamente, sí. Es vital. Es alentadora su presencia para escribir desde visiones y versiones diferentes la isla literaria que habitamos. Con el agregado de los críticos dominicanos, los mencionados y los que de tarde en tarde hacen otro tanto, lo que vislumbramos es prometedor. Hay algo que no se dice abiertamente: hay una crítica dominicana en embrión, jóvenes que examinan con otra vista y con otros alcances a nuestra literatura, y que habrá de unirse a esta cosecha en su momento desde espacios propios. Que se escriba pues la isla desde otras perspectivas, desde otras trascendencias, con una nueva vitalidad, con un nuevo orden. Esa crítica literaria del siglo XXI ha nacido ya y no debe detenerse. ¡Alea iacta est!

Las autoras de otras nacionalidades son Olga Nedvyga, Eva Guerrero, Fernanda Bustamante Escalona, Sharina Maillo-Pozo (norteamericana de origen dominicano), Eva Valcárcel, Danilo Manera, María del Rocío Oviedo y Pérez de Tudela, Catherine Sawyer, Alain B. Atouba Edjeba, Violeta Lorenzo Feliciano, Catherine Pélage, Rita De Maeseneer y Marie Schoups.  Este libro es el primer proyecto editorial de la Cátedra Pedro Henríquez Ureña de Estudios Literarios Dominicanos de la Universidad de Salamanca, creada en enero de 2012.

LIBROS
  • Presencias

    María del Carmen Prodoscimi de Rivera, BanReservas, 1999, 483 págs. La gran labor crítica de esta notable autora argentina durante el tiempo que vivió en nuestro país. Un texto abarcador que no deja fuera a ningún escritor importante de decenios anteriores.

  • Encuentro con la narrativa dominicana contemporánea

    Rita De Maeseneer, Iberoamericana-Vervuert, 2006, 261 págs. Efraím Castillo, Pedro Peix, Freddy Prestol Castillo, Julia Álvarez, Pedro Antonio Valdez, Rita Indiana Hernández, José Alcántara Almánzar, Pedro Vergés, dialogan con las obras de Mario Vargas Llosa, Edwidge Danticat, Ana Lydia Vega y Magali García Ramis.

  • Entre los nuevos | Lecturas dominicanas 1995-2009

    Giovanni Di Pietro, Editora Unicornio, Puerto Rico, 2010, 267 págs. El crítico italiano, avecindado en Puerto Rico, examina las obras de 28 escritores dominicanos, entre novelistas, cuentistas y poetas. Con prólogo de Carlos X. Ardavín Trabanco, otro estudioso activo de las letras dominicanas.


José Rafael Lantigua, escritor, con más de veinte libros publicados. Fundador de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española. De 2004 a 2012 fue ministro de Cultura.