Cada uno arrimando brasas a su sartén

El tranque en la Ley de Partidos es interesado

Cuando las leyes no se hacían en los congresos, y era gente común que no era legisladora la que creaba normas, se encontró una media que aseguró sana convivencia.

Lo que es igual no es ventaja.

El dicho, antiguo y sabio, tiene sentido y apropiación ahora que la Ley de Partidos confronta dificultades que son políticas, pero de orden personal. El consenso camina, pero el proyecto no avanza, y todo se debe -- según se da a entender – a las diferencias entre los potenciales candidatos. Una cosa quiere Danilo y otra distinta o contraria Leonel. Las primarias, por ejemplo. Unas serían con voto abierto y otras con sufragio restringido. Danilo querría que en la elección participe el mundo, Leonel solo el solar. Los seguidores de uno y otro explican las razones, y las razones son de conveniencia.

Hasta ahora no se dice en voz alta, pero es posible que un trance parecido se dé entre Luis e Hipólito, o por las primarias o por el padrón.

¿Cómo volver a los albores de la humanidad y convencer a políticos de este tiempo de lo que fue justo y útil en ese lejano pasado? De que lo que es igual no es ventaja.