Hasta lo light tiene sus límites

El relajo en la guardia y la PN hay que acabarlo

Era previsible o se vio desde un principio que ese relajo de policías y guardias en las redes iba a minar la disciplina y multiplicar los graciosos.

También lo light tiene sus límites.

Uno se quejó de los sueldos y otro de la pensión, y con una situación tan permisiva un tercero se sintió en derecho de firmar el Libro Verde.

Ahora se decide cortar, y no puede decirse que por lo sano, pues el daño está hecho: difícil recoger las plumas de gallina que se lanzan al viento en una montaña.

Una baja por aquí, otra baja por allí, y un encarcelado que llora su pena sin que nadie se conduela, ni siquiera los derechos humanos (que no le tocan), o el Defensor del Pueblo (que tampoco le corresponde).

O hacen la cartilla de nuevo o ponen a los uniformados a leerse la antigua hasta aprendérsela de memoria, de tanto repetirla, como si fueran a examinarse en cursos de primaria.

El hábito no hace el monje, se dice, pero igual el uniforme no hace al policía o al guardia, y por mucho que el mundo haya cambiado, sin vocación no habrá cuartel, fortaleza ni iglesia.

El cielo en esos casos no provee.