La Procuraduría tiene que sacudirse

No es posible que no se sepa nada de Quirinito

No es posible que policías o fiscales no consigan que la viuda de Quirinito diga el lugar donde fue enterrado o depositaron sus cenizas.

El caso no es complejo, como se hacer creer a modo de defensa. Al contrario, lo hacen complejo con tantas diligencias equivocadas.

La calle no entiende cómo las autoridades saben que está vivo y el resto se pierde en las tinieblas de complicidades y displicencias.

Una cosa debería llevar a la otra, pues el muerto con tierra tiene, pero el vivo deja huella y lo del hombre invisible ya ni en las películas.

La experiencia no es buena. Cuando un extranjero se escapa de su país y se esconde aquí, la policía, sea nacional o internacional, lo descubre.

Lo inverso lleva tiempo.

Todavía se recuerda la persecución contra Figueroa Agosto, que lo buscaban en resorts por toda la República, o lo veían por doquier como en su tiempo a Enrique Blanco, y el capo de lo más quitado de bulla en su querida Puerto Rico.

La Procuraduría tiene que ver cómo se sacude, pues nunca encuentra pruebas suficientes, no reacciona adecuadamente a la burla de los presos y con cada trama la dejan en la estacada.