Lo de las redes será otra historia...
Aunque la gente se ha vuelto más suspicaz
Las redes tenían camino franco e iban adonde quisieran. Como opinión pública oficiosa, se asumió como periodismo ciudadano. No era la otra verdad, sino la verdad, y así fue creciendo hasta convertirse en monstruo, o por el tamaño del cuerpo o por sus muchas cabezas.
Ahora se les tiene miedo y la confianza se recoge, pues de a poco es un arma de destrucción masiva, y no la de Saddam. Para saberlo no se necesitó investigación de la CIA, sino las pequeñas cosas que superaron el esquema de noticias falsas.
Ellas siguen en las suyas, pero los acreditados se cuidan, y a partir de una reciente manipulación. La del chiquito de la reelección. Un vídeo viejo en pantalla rota.
La Junta quiso controlar o reprimir la maledicencia por esas vías, sabiendo que la cobardía se oculta en el excusado, y el Constitucional las habilitó. “Tiren con todo el brazo” pareció decirles, y no tuvo que decírselo dos veces. El desenfreno ahora es mayor, pues se siente apoyada.
Aunque nunca es tarde si la prudencia es buena, o si los desaprensivos se pasan de la raya, como sucedió con el chiquito de la reelección.
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