Todos apoyan, ¿y los desesperados?

Juan Isidro se postuló a la presidencia con el eslogan “Préstame tu voto, hermano”, una consigna muy ingeniosa, pero que no logró cometido.

No ganó esas elecciones, y la razón no hay que adivinarla. Simplemente fueron escasos los hermanos o los votos prestados.

Que se recuerde Luis no pidió votos a título de préstamo, pero votos que en principio no eran suyos completaron o redondearon su mayoría.

Como ganó, los votos prestados quieren que los devuelvan consentidos. No solo imponen agenda, sino prioridades, como si la parte valiera más que el todo.

La oposición política formal se rinde o se resigna y anunció apoyo a las iniciativas del nuevo régimen en las cámaras, incluyendo los bufetes directivos.

No lo dijo así, pero se entiende que respetará el período de los cien días que -desde los tiempos de Roosevelt en los Estados Unidos - se considera el mejor de los consensos.

Una fórmula muy liberal de dejar hacer, dejar pasar, en lo que el gobierno entrante toma dominio y los oponentes se posicionan.

¿Qué hará el gobierno en estreno con los desesperados que amenazan con incendiar las calles si no cumple sus designios?