Un peregrino sin patrocinadores...
Ahora nadie quiere cargar esa cruz...
Lo malo no fue la aglomeración de gente, o el riesgo de contagio, o la violación de la cuarentena, o la burla a la fe. Lo malo fue el patrocinio, la organización de la marcha. Si el Gobierno o la oposición.
Fuera de Puerto Plata no se sabía nada de esa parodia del Flautista de Hamelin, incluso la diferencia. En vez de llevarse al monte las ratas, ahogaría en el mar al coronavirus.
Sin embargo, el país entero se involucró en el hecho como la sensación del momento, y nadie se conformó con ser observador, sino cómplice.
Quedó claro que faltan muchos rounds por pelear antes de que se agote la cartelera, y que la sinrazón está dispuesta a prestar sus recursos al más hábil.
El Peregrino debe ser ligero de peso con todo y cruz, pero ni Gobierno ni oposición están en cargarlo. Aunque lo más interesante fue que durante el fin de semana sirvió de arma arrojadiza.
Cada una de las partes creyó afectar al contrario.
La verdad que no, y aunque el Gobierno es el dedo malo, y todo se le pega, la oposición fue obligada a aclarar, a defenderse.
Lo suyo era celebrar las toma de posesión, pero con tanta cal, se vio urgida a buscar arena.
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