Ciudadanía y policía

El papel de la ciudadanía es vital para que la Policía pueda ejercer su papel de mantener el orden público y garantizar la seguridad ciudadana. Existe un clima de desobediencia a la autoridad que hace muy difícil ejercer la función policial.

Si el arresto de un individuo acusado de violar la ley puede ser interrumpido por sus “amigos” (que quizás se benefician de sus delitos), o por sus familiares (que muchas veces reciben parte de lo obtenido con sus hechos), entonces no hay forma de controlar el orden.

La Policía no puede actuar sin violentar los derechos humanos si la persona detenida se rebela. Antes, se le “sometía a la obediencia”, pero eso ahora implica un castigo para el oficial que lo haga. Pero, ¿cuál es la alternativa? ¿Dejarlo ir y perder la autoridad? ¿Dejar la justicia en manos de la turba?

Es cierto que la Policía ha cometido y sigue cometiendo excesos, pero también la ciudadanía no le da apoyo para el control del orden. Es necesario que aprendamos a respetar los procedimientos, que obliguemos a la Policía a la legalidad, pero que también miremos más allá del “amiguismo” irresponsable.

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