Cuba
Los sucesos vividos ayer en Cuba pueden marcar el fin de una dictadura, la más larga que ha vivido Latinoamérica y que pervive fuera del contexto histórico y social que la explicó en su origen.
La insensatez cometida por su presidente Díaz Canel llamando a sus seguidores a salir a la calle a reprimir a los manifestantes es una peligrosa muestra de debilidad.
El inútil embargo de Estados Unidos no sirve ya como excusa para ocultar las propias deficiencias de un régimen que ha anclado al país.
Patria y vida es el lema de una “revolución” que recuerda a la primavera árabe. Un sentimiento popular que ha tenido en grupos de artistas y en valientes mujeres su voz pública.
Cuba es una incógnita. Para unos, una temible competencia cuando por fin se sacuda. Para otros, seis décadas de un régimen autoritario y castrador no será un lastre fácil de superar.
Con la dictadura no iban a acabar ni potencias extranjeras ni el exilio. Serán los propios cubanos, los que están en la isla, los que decidan cuál es el camino que van a seguir. Las manifestaciones de ayer fueron un mensaje claro.
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