Por el maestro

Nunca ha habido dudas de que el maestro es la pieza fundamental del aula.

Sin un maestro, el aula no es más que un salón lleno de pupitres, con una pizarra y un escritorio. Las aulas más modernas pueden estar repletas de aparatos y conectadas a mil satélites, pero sin maestro siguen estando vacías.

En el pasado, los maestros eran conscientes de ese papel. Aceptaban que su salario era breve a cambio de la estima que tenían en la sociedad que los respetaba y los admiraba.

Parte del problema actual es que lo que han ganado los maestros en salario parecen haberlo perdido en estima y admiración, a pesar de que los actuales maestros están mucho mejor formados que los de antes.

Quizás sea más prioritario sacar la política del sindicato de maestros que seguirnos quejando de la calidad de la educación. Para el verdadero maestro, la enseñanza es la prioridad número uno, sin importar las carencias. Para el maestro de mentalidad sindicalista, lo primero son las “conquistas” y las “condiciones” que la enseñanza.

Felicitaciones a los maestros verdaderos de ayer y de hoy.

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