Vuelven los pedigüeños
La ciudad de nuevo se está llenando de niños pedigüeños, casi todos de ascendencia haitiana, que como denunció este diario hace algún tiempo, son manejados por mafias que los llevan y recogen en las esquinas.
Lo de la mafia ya es de por sí grave, si no existiera también un desagradable comportamiento de parte de los menores: quien se niega a darles puede recibir una mala palabra por respuesta, y ha habido casos en los que rayan los vehículos.
Es inaceptable que todo eso ocurra en calles y avenidas que son patrulladas permanentemente por la Policía Nacional, por la AMET y por la Comisión Militar del Ministerio de Obras Públicas.
La mendicidad y el trabajo de menores están prohibidos por la ley, y si es trata de personas, el delito se agrava ante los ojos indiferentes de las autoridades.
Los pedigüeños dañan la imagen del país, constituyen un peligro para el buen desenvolvimiento del tránsito y provocan otros daños colaterales. Esos niños deben estar en la escuela, no en las calles y mucho menos trabajando para mafias impunes.
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