En directo - El Museo Presidente Ramón Cáceres
Entre los hombres que han gobernado nuestro país, la figura del presidente Ramón Cáceres sobresale ventajosamente en una triple dimensión. Primero, su indiscutible valor personal y arrojo para acometer acciones riesgosas como la eliminación física del tirano Ulises Heureaux. En el aspecto político, una clara percepción de sus responsabilidades como hombre de Estado, acompañada de la facultad de ejecutar, sin titubeos ni vacilaciones, los actos necesarios para mantener el orden institucional de la nación. Por último, un apego constante al manejo pulcro y honesto de los dineros del erario, en una época marcada por las desorbitadas exigencias del caudillismo en boga, que a tantos gobernantes hicieron fracasar.
Estas tres cualidades distintivas de la personalidad del Presidente Cáceres sirven de fundamento justificador de la inversión que se ha hecho en erigir un Museo que conserve su memoria, en un momento como el que hoy nos toca vivir, caracterizado por la banalidad insustancial de la actividad política, carente de motivaciones que despierten el fervor cívico de los dominicanos. Por ello hoy más que nunca se hace necesario rescatar del olvido a próceres ejemplares como el gobernante mocano.
La muerte de este hombre singular, acaecida el 19 de noviembre de 1911, constituyó una pérdida inmensa para nuestro país, pues abrió las puertas a cinco años de violencia, conflictos y disensiones que condujeron a la ocupación de nuestro territorio por fuerzas militares norteamericanas en el año 1916, cuya permanencia en el país por ocho años dio a la vez paso al gobierno del general Horacio Vásquez, de 1924 a 1930, cuando irrumpió con devastador empuje la sangrienta tiranía de Trujillo.
A la distancia de un siglo da pena comprobar que a lo largo de nuestra historia los dominicanos no hayamos sido capaces de ser fieles a los mejores hombres que nos han gobernado, como lo fueron Ulises Francisco Espaillat, Francisco Gregorio Billini, Ramón Cáceres y Juan Bosch, y hayamos preferido desviarnos por sendas oscuras, seducidos por cantos de sirenas de falsos profetas que nos han hecho estrellar contra las rocas del desastre.
Con la reciente inauguración del Museo Presidente Cáceres, levantado alrededor de la restaurada casona donde habitó el héroe mocano y su familia, nuestra comunidad goza del singular privilegio de conservar, contra la acción destructora del tiempo y la indiferencia de los hombres, la heredad familiar y los objetos de uso personal, mobiliario, fotos y correspondencia del impar gobernante, cuya conducta puede servir de incitación a las generaciones por venir, despertando en ellas el amor a la Patria, al terruño natal y a la familia, que siempre fue llama viva en el corazón del Presidente Cáceres.
A la distancia de un siglo da pena comprobar que a lo largo de nuestra historia los dominicanos no hayamos sido capaces de ser fieles a los mejores hombres que nos han gobernado, como lo fueron Ulises Francisco Espaillat, Francisco Gregorio Billini, Ramón Cáceres y Juan Bosch, y hayamos preferido desviarnos por sendas oscuras, seducidos por cantos de sirenas de falsos profetas que nos han hecho estrellar contra las rocas del desastre.
Con la reciente inauguración del Museo Presidente Cáceres, levantado alrededor de la restaurada casona donde habitó el héroe mocano y su familia, nuestra comunidad goza del singular privilegio de conservar, contra la acción destructora del tiempo y la indiferencia de los hombres, la heredad familiar y los objetos de uso personal, mobiliario, fotos y correspondencia del impar gobernante, cuya conducta puede servir de incitación a las generaciones por venir, despertando en ellas el amor a la Patria, al terruño natal y a la familia, que siempre fue llama viva en el corazón del Presidente Cáceres.
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