“Esa es la mayor noticia de este miércoles con el estimado del crecimiento económico, que se contrajo a una tasa anual del 4.8%. Los gobiernos [local y federal] cerraron el comercio privado a principios de marzo, y la inversión privada y el consumo que motorizan la prosperidad americana se cayeron desde un precipicio. Y solamente hemos recorrido una parte del camino hacia abajo. El segundo trimestre comienza en abril 1, y los economistas varían en sus estimaciones de cuánto más la economía se contraerá al terminar junio. Los optimistas dicen que entre 20%-30%, año a año, pero menos -50% no es una apuesta escandalosa». The Wall Street Journal, The Government Economy, abril 29, 2019

Comienzan los pronósticos económicos a sufrir los embates de la realidad. Para este 2020 la CEPAL había pronosticado, en su informe sobre el Covid-19, que la economía norteamericana caería 3.8%; un estimado que luce optimista a la luz del más reciente reporte sobre el comportamiento de dicha economía en el primer trimestre, que revela una caída anualizada del 4.8% en el producto interno bruto (PIB). La diferencia no parece ser tan grande con el pronostico de la CEPAL, pero se debe tener en cuenta que las actividades económicas en USA comenzaron a resentirse mayormente a partir de la segunda quincena de marzo; lo que significa que solamente durante dos semanas del primer trimestre se verificó el cierre de las actividades económicas.

Esta es la razón por la que los economistas anticipan que durante el segundo trimestre (abril-junio) habrá una caída extraordinaria en el ritmo de crecimiento – mas bien, crecimiento negativo – que podría estar en un rango que va desde un -20% a un -50%. Con estos dos trimestres consecutivos de crecimientos negativos la economía norteamericana no solo entra técnicamente en una fase de recesión, sino que también concluye un largo periodo de expansión. En este contexto, más de veinte millones de trabajadores – la mayoría en abril – han perdido sus empleos o han sido cesados hasta nuevo aviso. El impacto que esto ha tenido en el gasto de los consumidores ha sido devastador; solo en marzo, este indicador sufrió una caída del 7.5%, la mayor caída en un mes desde 1959, según reporta The Wall Street Journal, a pesar de que el ingreso personal disponible se incrementó 1.7% durante el mismo período.

El gobierno federal ha diseñado un paquete de estímulo que ronda los tres billones (3 trillions) de dólares, superior al paquete de rescate que se implementó a raíz de la crisis financiera internacional iniciada en 2007; pero lógicamente su efectividad va a estar condicionada al ritmo con el que se pueda reabrir la economía, e incluso podría jugar un rol en dicha apertura la posibilidad de que en el otoño se produjera un rebrote del Covid-19. Una apertura precipitada de la economía norteamericana podría tener efectos muy adversos en el desempeño económico de lo que resta de 2020. En todo caso, el estímulo de la demanda no tendrá efectos significativos hasta que no cese, en gran medida, el confinamiento que cierra el camino hacia el gasto de los consumidores.

Son tantos los vínculos que unen a nuestra economía con la de Estados Unidos que no es ocioso mantener un ojo sobre lo que ocurre con nuestro mayor demandante de los bienes y servicios que generan la economía dominicana. Como muestra, las remesas de los dominicanos residentes en el extranjero – la mayoría en USA – registraron una caída superior al 20% en el mes de marzo; reitero, todavía en ese mes no se tenía todo el impacto de la propagación del coronavirus; por lo que es probable que en abril se sienta un peor impacto. El efecto anualizado de la caída en las remesas podría representar una caída en el flujo de dólares hacia nuestra economía por encima de los US$ 1,400 millones, que, unidos a una caída enorme en los ingresos por turismo, y a pesar de la caída en los precios del petróleo, pudieran generar un déficit de cuenta corriente en la proximidad de los cuatro mil millones de dólares.

Contablemente, el déficit de cuenta corriente debe (subrayo debe) ser igual a la suma de los balances del gobierno (gastos-ingresos) y del sector privado (inversión-ahorro), por lo que, bajo ciertas condiciones, el déficit fiscal de 2020 podría situarse en cerca del 6% del PIB. Las consecuencias ya se están viendo en el rápido crecimiento de la deuda pública. El FMI, en un reciente comunicado anunciando un financiamiento de US$ 650 millones, ha expresado que “La gravedad del shock global de la COVID-19 ha perturbado la economía de la República Dominicana y ha creado urgentes necesidades de balanza de pagos y financiamiento fiscal». Y dejado bastante clara, reiterando posiciones anteriores, que es necesario el establecimiento de un marco fiscal a mediano plazo, para garantizar que la relación deuda pública/PIB se mantenga sostenible y en una senda descendente».

En una situación de crisis, como la que se vive actualmente, cuadrar todas las decisiones de política económica para que logren solo los objetivos propuestos y no tengan efectos colaterales que pudieran complicar aún más el camino hacia la recuperación es un balance difícil de lograr. Por ejemplo, las necesarias medidas de flexibilización monetaria acompañadas de una reducción de la tasa de interés que sirve de señal de la política monetaria han logrado dotar al sistema financiero de mayor liquidez, pero a la vez han puesto una mayor presión al mercado cambiario, aumentando su volatilidad. Queda pendiente la interrogante de cuál es la disposición de las autoridades monetarias de utilizar las reservas internacionales para contener una rápida depreciación del peso dominicano, o permitir, como ha planteado el FMI, una mayor flexibilidad cambiaria.

Bajo cualquier escenario, las opciones de políticas económicas exigen el mayor cuidado en la toma de decisiones y que las expectativas de los agentes económicos se mantengan positivas en cuanto a una rápida recuperación luego del control de la pandemia; mientras tanto, tenemos que prepararnos para aceptar la posibilidad de que, luego de dieciséis años de crecimiento ininterrumpido, el 2020 presentará un crecimiento negativo.