Omisiones importantes en la rendición de cuentas

«Hoy, es mi responsabilidad rendir cuentas ante el Congreso de todo lo realizado en el año 2018. Sin embargo, esas realizaciones, que son muchas, no son mérito de unos pocos. Son el triunfo de todos y todas. [...] Porque soy consciente de que la confianza en estos días, especialmente cuando hablamos de la clase política, es un bien escaso y preciado. Y entiendo que el único camino para merecerla es cumplir con la palabra dada. [...] Estoy primero, día tras día, hora tras hora. Dispuesto a pagar el precio que haga falta, por servir a nuestra Patria». Presidente Medina, Rendición de Cuentas, febrero 27, 2019

En un discurso extremadamente largo – unos 150 minutos – el presidente Medina presentó a la nación lo que considera son sus principales logros en una gestión que se aproxima a los siete años. Es entendible que su interés se centrara en vender la mejor imagen posible de un país que sigue enfrentando prácticamente los mismos problemas que le han agobiado desde hace décadas. La piedra angular de su gestión ha sido el crecimiento económico acompañado de la estabilidad de precios, aspectos que no son exclusivos de su obra de gobierno. Claramente, no se esperaba que el presidente hiciera un discurso criticando su propia gestión, pero que al menos abordara temas que son de gran trascendencia para el futuro de los dominicanos.

La selección de los temas abordados – y de paso, los no abordados – revelan las prioridades del primer mandatario. Cierto, no podía abordar todos los temas que involucran la gestión pública, pero cuando se utilizan dos horas y media para un discurso de rendición de cuentas no se puede alegar que por falta de tiempo no se tocaron temas esenciales para el país. De hecho, la credibilidad de un discurso queda cuestionada cuando se está rindiendo cuentas a la nación y no se prioriza una explicación acerca del manejo de los recursos presupuestarios, que se supone son el instrumento fundamental de la gestión pública. Esa omisión, tan notoria, puede ser interpretada como una señal de que no era conveniente para el Gobierno hablar del tema.

Sin embargo, solo a través de una perspectiva presupuestaria es que pueden valorarse las inversiones que el Gobierno realiza en los diferentes proyectos. Y si bien el Gobierno puede mostrar logros en algunas de esas inversiones, cuando comparamos los recursos invertidos con el gasto total se puede apreciar que el gasto en inversión es una mínima parte (15%) de la ejecución presupuestaria. De manera que sería muy útil una explicación de cómo se ha manejado el restante 85%.

En su discurso, el mandatario afirmó: “Las cifras macroeconómicas de un país son, podríamos decir, como un análisis de sangre. Sacamos una muestra y vemos la salud del individuo. De esta forma, detectamos debilidades y fortalezas”. Esto nos merece un par de observaciones. Lo primero es que el laboratorio que haga el análisis debe tener la suficiente credibilidad para minimizar la incertidumbre acerca de los resultados; y la segunda, que se debe tomar una muestra suficiente para incluir los indicadores más importantes de la salud. Por ejemplo, en la muestra utilizada por el presidente no se incluyó un análisis del colesterol institucional, ni de los triglicéridos del endeudamiento ni la glucosa del déficit fiscal.

Si esas pruebas se hubiesen incluido en la rendición de cuentas, el optimismo que el presidente trató de vender en su discurso quizás se hubiera podido comprar con un alto descuento, pero al no tratar esos temas quedó la impresión de que el gobierno prefirió no auto incriminarse, lo que significó un mayor descuento de credibilidad. Era difícil hablar del colesterol institucional sin reconocer las graves deficiencias institucionales en los diferentes estamentos de la organización pública, incluyendo los altos niveles de corrupción e impunidad, lo que, a su vez, retroalimenta o profundiza las fallas institucionales.

En el mismo sentido, si se hubiese incluido en la muestra el análisis de los triglicéridos del endeudamiento hubiese sido evidente que en siete años de gobierno las finanzas públicas han ido consumiendo, de una manera acelerada, la capacidad de endeudamiento público. Y que este problema de endeudamiento está correlacionado con la glucosa del déficit fiscal; al punto de que la presente gestión no ha podido cumplir – ni va a cumplir, por una deliberada decisión – con el mandato legal de un pacto fiscal. Sin embargo, por distintos mecanismos tributarios, el Gobierno ha ido implementando una reforma fiscal fragmentada y al margen de la concertación social y política.

Igualmente, ha quedado evidenciado que la discusión sobre la calidad del gasto público no es una prioridad para el Gobierno. Pero tampoco lo es explicar de dónde saldrán los recursos para sustentar los aumentos salariales en el sector público –lo cual consideramos como una necesidad, aunque beneficie a las botellas– y otros consumidos reseñados en el discurso.

La inclusión de todas estas pruebas de laboratorio hubiera permitido una mejor comprensión de la salud de la economía dominicana. Y tal como se puede apreciar, fuera de la muestra quedaron los indicadores más importantes para la determinación del diagnóstico de salud de nuestra economía, generando para el discurso, como hemos señalado anteriormente, un costo de credibilidad.

En definitiva, el presidente Medina dejó bien clara su generosa disposición de “pagar el precio que haga falta, por servir a nuestra Patria”, pero los electores, a través de diferentes firmas encuestadoras, han mostrado su comprensible disposición para que el mandatario no tenga que sacrificarse más allá del presente período. Es cuestión de perspectiva...