La policía irreformable

Venía una vez en un transporte que me conducía del Aeropuerto Las Américas a la ciudad y el chofer del vehículo era el mismo que me recogía por tercera vez, pues laboraba para la empresa dominicana que me contrataba. Entre la candidez atrevida que da la confianza de haberse visto antes a los caribeños, el hombre me contaba que era policía y que aquel era uno de sus tres trabajos.

Aseguraba que cuando acabó la academia, llegó a una oficina donde le dieron sus órdenes de rigor, uniformes, arma de reglamento y municiones. En su cuento, sostenía que el coronel a cargo de aquel lugar puso el paquete de pertenencias sobre la mesa y, muy tranquilamente, le dijo: “Búscatelas”.

La cosa, siempre según el relato del chofer, no quedó allí, pues cuando llegó a su destacamento a prestar servicio, su jefe le presentó varias opciones de trabajo: la primera era entregarle todo su sueldo a él y no ir nunca a trabajar, a menos que fueran ocasiones especiales, lo que implicaba que seguía con sus prestaciones sociales, aunque laborara fuera; la segunda era entregar medio sueldo y ser destinado a algún punto en el cual “recogiera” dinero, una parte para él y otra para sus jefes; mientras que la tercera vía estribaba en quedarse con su sueldo y ser destinado a los trabajos que nadie quería. Nuestro personaje escogió el primer escenario.

Esos cuentos no son falacias ni totalmente increíbles y hacen lucir a la policía como un sistema irreformable. Cada policía de cada país tiene sus problemas particulares, que van desde la corrupción hasta la violación sistemática de los derechos humanos. No hay policías perfectas y ellas suelen ser el retrato más fehaciente de la sociedad en la cual se desempeñan, que suele ser imperfecta.

Así que la propuesta del presidente Luis Abinader de reformar la policía dominicana no será sencilla y presiento que será de difícil ejecución en la práctica, porque cambiar ese brazo ejecutor de la Justicia depende más de cambiar el contexto social total en el cual se desempeña, o sea, la sociedad como un ente integral, para que seres humanos como nuestro amigo el chofer, no se vean tentados a tomar la ruta más fácil, la que les deja más dinero.

Periodista puertorriqueño y Subdirector de Diario Libre. Ganó el Premio Nacional de Literatura Puertorriqueña, Categoría Periodismo, en 2018, por sus columnas en el periódico El Nuevo Día, del cual fue Director Asociado.