Mal momento para relajarse

El pánico ha vuelto a apoderarse de los gobiernos en distintas partes del mundo, cuando una tercera ola de COVID-19 se esparce por el mundo, con variantes británicas, sudafricanas y brasileñas que contagian a diestra y siniestra. Esa dispersión del virus ha tendido a desanimar el programa internacional de vacunas, que lidia con retrasos en la producción, distribución y la infraestructura de mantenimiento.

En ese contexto, el cambio de gobierno en Estados Unidos trajo consigo una nueva política que ha puesto serias restricciones a los viajeros, Canadá prohibió los vuelos hasta abril, Francia cerró sus fronteras a países que no sean de la Unión Europea, Cuba puso límites a la llegada de extranjeros y obligó a cuarentena compulsoria, mientras el Reino Unido también impuso fuertes medidas para permitir la entrada de turistas y mantiene un régimen de aislamiento fuertísimo. Así anda el mundo con el COVID-19.

Por estos lares hemos decidido lo contrario. Nos fuimos por el lado de la flexibilización, apostando más a la economía que a la salud de la gente, por lo que se percibe que no acabamos de entender que si los humanos no están saludables, el sistema económico se enferma. Entiendo que esa política debe ser revisada y mirar hacia afuera se torna crítico, porque enero cerró con 272 dominicanos muertos por este peligroso virus. Esa cifra da miedo y no es para echarla a menos.

Creo que el mundo ha decidido ir cerrando como medida preventiva porque las vacunas han tardado más en llegar de lo esperado. Su producción y distribución tampoco marchan como se esperaba y menos la capacidad de las naciones para garantizar su manejo. Pero el sistema de vacunación sigue siendo la mayor esperanza contra esta pandemia. Anda retrasado, eso es un hecho, y no debemos menospreciar ese dato, por lo que las circunstancias merecen un último esfuerzo de cuidar hasta el último ser humano que podamos para seguir evitando las muertes.

Es mal momento para relajarse, más bien es tiempo de subir las armas, cuidar a la gente del virus y esperar con fe a que las vacunas llegarán antes del verano y todos podremos despertar de esta pesadilla.

Periodista puertorriqueño y Subdirector de Diario Libre. Ganó el Premio Nacional de Literatura Puertorriqueña, Categoría Periodismo, en 2018, por sus columnas en el periódico El Nuevo Día, del cual fue Director Asociado.