¿El mejor o lo mejor?

Al escuchar las proclamas de los candidatos, todos depositarios de la mejor oferta para el país, uno se siente tentado, ante tantos mejores, de permanecer indiferente y apelar a la manida expresión de que gane el mejor, lo que nunca se cumple pues en todo caso el que triunfe no sería el mejor para los que sufraguen en su contra. Pero lo que enseña la experiencia electoral dominicana es que la inmensa mayoría de la población siempre vota no necesariamente por el mejor, sino por el que entiende satisface sus expectativas personales, aunque también es parte del acervo electoral criollo que a falta de alguien que se pueda considerar mejor o más bueno que otro, el dilema se resuelve optando por el menos malo de entre los malos.