La libertad de Marlin

La puesta en libertad de Marlin Martínez ha generado indignación, pero estuvo amparada en la ley, la que como sentenció Montesquieu: “Debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie”. Ojalá que siempre sea así para todos, aunque con este caso el cumplimiento escrupuloso de la ley deja un mal sabor porque no resulta fácil de digerir el comportamiento engreído y prepotente de esta señora, además del enojo que produjo la diferencia establecida por los jueces entre encubrimiento y complicidad y más adelante, para rematar, la reducción de la condena. Fue legal, pero caramba. La atención debe fijarse ahora en la Suprema Corte de Justicia, sin extrapolar el ámbito y las circunstancias de los hechos ni protagonismos mediáticos.