Para los que todo les hiede

No queda mal un lunes para divagar a costa de la gente que parece nació para quejarse. Se trata de aquella del vaso medio vacío; la que vive rumiando resentimientos por la pesada carga de envidia que lleva a cuestas. Es un espécimen en su mayoría simulador y retrógrado que se mantiene encerrado en su mundo, pero que al final de sus días lo más probable es que solo le quede la angustia por el tiempo perdido en vano. Del que hablo es del sujeto parlanchín que abunda en nuestro medio; el que nunca hace caso al refrán de que por la boca muere el pez, sabia expresión con la que se sugiere prudencia y moderación al hablar. Por regla general, las personas a las que adornan estas condiciones no son justas ni equilibradas.