Sin límites para hablar

Reivindico que no haya limitación a la libertad de expresión, por ser uno de los pilares de la democracia. Lo que no se puede es difundir informaciones falsas. Aclaro: me refiero a medios interesados en conservar cierta credibilidad, en ningún caso a los necios que los invaden para despotricar y refunfuñar, y que ven la paja solo en el ojo ajeno. A esos los dejo vivir felices y que cuenten el cuento a su manera. A los que no tolero, porque hacen igual o más daño, es a “periodistas” que aparentan y los tienen por serios y hasta hablan en nombre de la libertad de prensa, pero que distorsionan los hechos y son expertos en convertir rumores en noticias, con lo que provocan que la profesión pierda seriedad e influencia.