Harry Carbonell, In Memoriam

Ya no recibiré aquella llamada que empezaba siempre con su voz gangosa con un “¡Goordoo!” y luego de saludarme me decía la razón de su llamada, normalmente relacionada con una consulta urbana o de normativas.

A Harry lo conozco desde hace años y he sido un admirador de su obra. Una obra de una calidad extraordinaria. El Chiquito, como le llamaba cariñosamente Marcelo Alburquerque -su alter ego- era (¡qué duro es hablar de él en pasado!) un diseñador nato, de una sensibilidad exquisita. Sus diseños con Plácido –el BHD y el Country- son antológicos. Su interpretación de la vivienda, en múltiples códigos, resume todo un pensamiento creativo sobre el habitar dominicano.

Apasionado de la arquitectura, defendía con ardor sus puntos de vista. Humilde hasta no reconocer su propia maestría y un amigo consecuente y sincero.

Sus diseños para viviendas económicas y sociales son, sin lugar a duda, los mejores. Exigente al máximo de la perfección, en más de una ocasión dejó de participar en un concurso de viviendas -de los pocos que se han hecho en el país- porque a última hora entendía que podía mejorar la propuesta, fui testigo de esa práctica en el concurso que organizamos con Cristóbal Valdéz para la APAP.

Excelente profesor, exigente como ninguno y aunque hacía tiempo había dejado la docencia, nunca dejó de enseñar a los jóvenes colaboradores de su oficina. Harry marcó con la excelencia tanto la práctica profesional, como la docencia. Recuerdo la entrega de Harry cuando organizamos en la UNPHU el TallerxHaití, luego del devastador terremoto del 2010. Las propuestas del grupo de Harry fueron, por mucho, las mejores del taller. Elegantes, económicas y flexibles. Con estos sencillos proyectos Harry demostraba, una vez más, su maestría. Sí, Harry fue un verdadero Maestro de la Arquitectura Dominicana.

El lunes, luego de un fin de semana en el que se alternaron la esperanza y la desesperanza, Marcelo, con el que por fin había podido comunicarme luego de un largo juego de llamadas perdidas de los dos lados, me informaba simplemente: “El Chiquito, ¡se nos fue!” y no pudimos seguir hablando. Le di las gracias como pude y me quedé, con los ojos aguados y el corazón contrito, pensando en Harry, en su maestría como arquitecto y en el cariño profundo y respeto mutuo que cultivamos.

Y pensando, además, que, ¡qué bueno que, en su universidad, la UNPHU, en el 2016, pudimos hacerle el homenaje para el Día de la Arquitectura Dominicana, donde dije: “La UNPHU celebra el Día de la Arquitectura Dominicana 2016 homenajeando a Harry Carbonell, uno de los mejores arquitectos diseñadores dominicanos, con una exploración constante sobre la tipología de la vivienda y de proyectos sociales en República Dominicana. Por su destacada labor académica y ser un gran visionario de la Arquitectura Dominicana”.

¡Otro amigo muy querido se aposenta allá en su estrella, que es mi estrella poblada!