Apelación al garrote: cuando la fuerza sustituye a la razón

Mafalda refuta a su oponente con sentido del humor.
S.D. Antes de pasar al tema de hoy, acojo un párrafo del artículo anterior que sucumbió a la ira de Procusto. Mr. Spock, el extraterrestre de la serie "Viaje a las estrellas", tan orejudo que parecía tener la cara entre paréntesis, insistía en que los habitantes de su planeta carecían de sentimientos. "No puedo creer –le comentó una vez una terrícola- que no haya usted pasado nunca una noche de amor bajo la luna", a lo que Mr. Spock respondió cortante: "No hay lunas en mi planeta, señora". Es, obviamente, una objeción trivial. Que haya o no haya lunas en su planeta no es el argumento principal del comentario de la dama y no explica por qué los habitantes de ese planeta eran incapaces de sentir.

Apelación a la fuerza

Cuentan que San Agustín respondía a la pregunta "¿En qué empleaba Dios su tiempo antes de crear el mundo?", con esta atemorizante respuesta: "En construir el infierno para meter allí a quienes hacen tales preguntas".

Esta forma falaz de refutar un argumento, con amenazas más o menos veladas al oponente, en vez de presentar evidencias contra el mismo, se conoce en lógica como "Apelación a la fuerza" o "Argumento del garrote" (Ad baculum). Quienes vivieron la "Era de Trujillo" no olvidan el "Cállese, aunque tenga la razón", tan común en los esbirros de la tiranía. En los cañones de Louis XIV, el famoso rey absolutista de los franceses, figuraba una frase latina escalofriante y persuasiva: "El último argumento del Rey".

Otra falacia de este género se atribuye a un hermano del tirano Trujillo, a quien la leyenda excluye de la tradición criminal que cubre a la familia, pero le reconoce la misma incorregible inclinación a apoderarse de lo ajeno. Se dice que este personaje solía robarle ganado a sus vecinos y marcarle su estampa. De igual forma actuaba en las galleras, cuando su gallo perdía, alegando que el gallo vencedor era el suyo. Si las víctimas osaban reclamar, los aterrorizaba con esta intimidante pregunta: ¿Entonces tú quieres decir que el hermano del Jefe es un ladrón, que los Trujillo son unos ladrones?

Una versión más sutil de esta falacia es la que usan con frecuencia los sectores de poder. Cuentan que a un empresario que no lograba ponerse de acuerdo con el gobierno, el Dr. Balaguer lo convenció con esta estratagema: propuso al abogado de la empresa (fingiendo que ignoraba su cargo), contratar sus servicios profesionales para iniciar una demanda contra dicha empresa por evasión de impuestos.

Un último ejemplo lo tomo de Mafalda, el simpático personaje del caricaturista argentino Quino. Al preguntarle a su madre por qué tenía que obedecer una orden, ésta le respondió con el ad baculum favorito de los padres: "¡Porque te lo ordeno yo, que soy tu MADRE!"; a lo que Mafalda replicó, desarticulando la falacia: "¡Si es cuestión de títulos, yo soy tu HIJA! ¡Y nos graduamos el mismo día! ¿O NO?".

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