De la mano

En mis talleres ortográficos los participantes suelen reconocer que la coma es el signo de puntuación cuyo uso les provoca más problemas. Y no son los únicos. La misma Ortografía de la RAE afirma, en el apartado dedicado a la coma, que «dada la diversidad de contextos en los que aparece y la variedad de usos que presenta, no es extraño que sea también el signo de puntuación que más dudas plantea». A los buenos hablantes no les sirve de consuelo el que la dificultad de la coma sea mal de muchos y aspiran a usarla correctamente.

A mi entender, la dificultad de la coma estriba en la relación esencial entre puntuación y sintaxis. Es decir, para puntuar correctamente debemos dominar las relaciones sintácticas. Lamentablemente a la sintaxis se le dedica cada vez menos y peor atención en la formación escolar y esto se traduce en serias dificultades a la hora de comprender cómo funciona nuestra lengua. La función de la coma es fijar los límites de las unidades lingüísticas inferiores al enunciado en la jerarquía lingüística, como la oración o el sintagma. Si no sabemos cuáles son esas unidades, difícilmente podremos emplear la coma adecuadamente.

Si a esto le añadimos que la coma en algunos contextos es opcional y que, en otros, es obligatoria, la dificultad aumenta. Que sea difícil no quiere decir que sea imposible. Como para tantos otros aspectos de la lengua, la buena lectura ayuda. Un repaso por lo que aprendimos de sintaxis en la etapa escolar tampoco sienta mal. Y si no lo aprendimos, manos a la obra. Sintaxis y coma siempre van de la mano; aprender de una redundará en beneficio de la otra.

María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.