Ajusticiamiento de Trujillo desató una horrenda cacería

Se conmemoran 59 años del suceso que causó una intensa persecución contra los conjurados, familiares y relacionados

Rafael Leónidas Trujillo gobernó dictatorialmente desde el 1930 hasta 1961, cuando fue ajusticiado en la capital del país.

El ajusticiamiento del tirano Rafael Leónidas Trujillo, ocurrido en Santo Domingo la noche del 30 de mayo de 1961, inició un proceso de cambios en la vida dominicana, pero también abrió un luctuoso período de apresamientos y persecuciones y asesinatos, acciones con la que el poder sostenido por colaboradores y familiares del dictador buscaban vengar su violento final.

La misma noche en que sátrapa fue abatido por los héroes posteriormente encomiados por la sociedad dominicana, empezó una cacería sin precedentes contra varios de los participantes en la trama, allanamientos y búsqueda de todo el que tuviese vínculos con ellos.

Adultos, jóvenes y adolescentes, ancianos, mujeres, religiosos y varios extranjeros se vieron afectados por la represión recrudecida a partir del acontecimiento que conmocionó a la sociedad de la época y causó efectos en el exterior, al punto de apenas unas horas después del deceso de Trujillo Estados Unidos lo comunicaba al mundo.

La providencia calificativa del proceso instruido a los acusados del sucedido, en la autopista que conducía de Ciudad Trujilllo a San Cristóbal, incluye a los héroes de la proeza.

Pero también se dispuso instruir sumaria contra otros supuestos vinculados al crimen y a la tentativa de asesinato de capitán Zacarías de la Cruz, chofer de Trujillo.

Los complotados

La acción

Se ha documentado que las cinco de la tarde del 30 de mayo, Miguel Ángel Báez Díaz le informó a Antonio de la Maza que Trujillo viajaría a San Cristóbal, lo que motivó al segundo a convocar una reunión de los conjurados disponibles en la capital para ejecutar sus ideas. También Báez Díaz le informó a su primo Modesto Díaz los planes de Trujillo y este los transmitió a Luis Amiama Tió.

A las 7:00 de la noche, el teniente García Guerrero fue a la casa de Modesto Díaz y le confirmó que “el hombre” iba esa noche a su suelo natal”. Además, llamó a Roberto Pastoriza para avisarle.

Las 8:00 de la noche, Trujillo visitó a su madre, Julia Molina, en su residencia ubicada en la avenida Máximo Gómez, esquina México. Luego hizo su acostumbrada caminata hasta el obelisco, acompañado de varios colaboradores: Miguel Ángel Báez Díaz, Arturo Espaillat, Rafael Paíno Pichardo, Jhonny Abbes García, Luis Rafael Trujilllo (Nene), Augusto Peignand Cestero, el general José René Román Fernández (Pupo), jefe de las Fuerzas Armadas, su edecán militar, el coronel Marcos Jorge Moreno, y Virgilio Álvarez Pina.

Antes de partir hacia su hacienda, Trujillo visitó a su hija Angelita, en la mansión ubicada en la avenida Máximo Gómez, donde se encuentra el Teatro Nacional. Al salir de esa residencia abordó su Chevrolet Bel Aire para dirigirse a San Cristóbal. Al acecho, los conjurados vieron el auto cruzar frente al imponente Teatro Agua y Luz y se dieron cuenta de que había llegado el momento de atacar.

Antonio de la Maza hizo el primer disparo y luego abrió fuego contra Trujillo García Guerrero. Huáscar Tejera y Pedro Livio Cedeño también se sumaron al ataque al escuchar los primeros disparos. En breve, los complotados iniciaron un intercambio de disparos con Zacarías de la Cruz por unos diez minutos, narra Balcácer.

En las inmediaciones se encontraba el general Arturo Espaillat (Navajita), quien al escuchar el tiroteo, se acercó a la escena.

A las 10:10 p.m., Trujillo estaba muerto, pese a la resistencia que él y su chofer Zacarías hicieron y que ocasionó heridas en algunos de los conjurados.

Se ha estimado que 10:20 p.m. Pastoriza ayudó a De la Maza a colocar el cadáver de Trujillo en el baúl del Chevrolet negro y regresaron a la ciudad.

En el interregno, Espaillat se trasladó a la residencia del general Román Fernández y le informó que Trujillo había sufrido un atentado.

Zacarías de la Cruz, herido y auxiliado por moradores de la zona, fue llevado en un carro público al hospital militar Dr. Marión, de la Ciudad Universitaria Santo Domingo, donde fue operado.

Otros complotados

El complot del 30 de mayo no fue el único que se urdió en la larga etapa del pasado siglo. Hubo numerosos intentos por derrumbar la tiranía trujillista, desde sus inicios en el 1930, pero fue este último el que logró el objetivo.

Otros de los complotados directos fueron Eduardo Antonio García Vásquez, Miguel Ángel Bissié Romero, Ernesto de la Maza Vásquez, Mario de la Maza Vásquez, Bolívar de la Maza Vásquez, Pablo de la Maza Vásquez, Modesto Díaz Quezada, Miguel Ángel Báez Díaz, Manuel de Ovín Filpo, Juan Bautista (Gianni) Vicini Cabral, Ángel Severo Cabral, Donald Read Cabral, Andrés Freites Barreras, Luis Manuel Baquero y Jordi Bossa.

El historiador Juan Daniel Balcácer asegura que un grupo de mujeres estuvieron involucradas indirectamente en la trama como fueron Cristina Díaz de Díaz, Urania Mueses de Estrella, Guarina Tessón de Imbert, Aída Michel de De la Maza, Hilda Tactuck de De la Maza, Olga Despradel de Cedeño, Marianela Díaz de García, Anneris Malagón viuda Cobián, Coffeta Ricart de González, Petra Solano de Rodríguez Echavarría, Flérida Yabra de Berry, profesora Mineta Roque Martínez, Mercedes Amiama Tió, Gracita Díaz de Henríquez, Josefina Padilla de Sánchez, doctora Gladys de los Santos, Antonia Vásquez de Freites y Josefina Gautier de Álvarez, entre otras.