Cien años de Benedetti, según su biógrafa

Hortensia Campanella, hoy timonel de la Fundación Mario Benedetti, en Uruguay, recuerda con cariño su primer encuentro con el autor de “La Tregua”

Varios ejemplares del libro del escritor uruguayo Mario Benedetti Testigo de uno mismo, publicado en agosto de 2008, meses antes de morir. ( EFE/Iván Franco)

Transcurría el año 1980 y Benedetti presentaba su obra “Cotidianas” en Casa de América de Madrid, un lugar que para entonces era el centro de reunión de grandes escritores latinoamericanos como García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, entre otros tantos.

Hortensia Campanella no perdió oportunidad para hacerle una entrevista a Benedetti y desde ahí empezó una relación que se extendió hasta la muerte del uruguayo, en 2009. Hoy, la autora de “Mario Benedetti: un mito discretísimo”, le revive en esta entrevista con EFE.

Pregunta: En una parte del prólogo de la reciente edición de “Mario Benedetti, Antología Poética”, Serrat habla de los siete “Benedettis que Mario cargaba en su mochila”, ¿cuáles cree que le hacen falta mencionar?

Respuesta: Sin duda Serrat ha hecho un trabajo espléndido indagando por toda la obra poética de Mario, que es múltiple y que como él dice tiene mucho que ver con su vida. Pero hay otras facetas de Benedetti como narrador, como dramaturgo, como humorista y sobre todo como crítico literario.

P: ¿Cuándo despierta la pasión de Benedetti por las letras?

R: De niño. Desde muy pequeño a él le gustaba leer e inventar historias. En determinado momento el padre tuvo que ir al colegio para dar cuenta de que nadie le había hecho una historia que había presentado, porque no lo creían.

P: Tras unos años, Benedetti es exiliado de Uruguay en 1973 por la dictadura de Bordaberry. ¿Cómo lo llegaron a marcar los años del exilio?

R: En el 73 Benedetti se ve obligado a exiliarse debido al ambiente opresivo de la dictadura. Creyendo que eso podría ser breve, muchos uruguayos, entre ellos Benedetti, se exiliaron en Buenos Aires.

Pero de inmediato el ambiente en Argentina se contaminó de aspectos represivos muy duros, como lo fue la presencia de la Triple A, que hizo una lista de condenados a muerte con artistas y gente de la cultura. Entre ellos estaba Benedetti.

Por eso tuvo que abandonar Buenos Aires y se fue a Perú. De allí fue devuelto y debido al ambiente tan peligroso se instaló en Cuba, en La Habana. Después de algunos años decide irse a España y ese es su último exilio, primero en Mallorca y luego por su asma, en Madrid.

P:¿Qué significó para Benedetti su llegada a Mallorca?

R: El decía que era una manera de tener facilidad de contacto con distintos países. No olvidemos el bloqueo que para entonces vivía Cuba, que implicaba que fuera muy complicado para él salir, volver o recibir noticias de su familia.

P:¿Era Benedetti un hombre familiar?

R: Sí. Sobre todo al principio de su estancia en Cuba, tanto él como su esposa tenían a sus madres ya muy viejecitas viviendo en Montevideo y tenían que tener cuidado de ellas y ayudarlas en su vida diaria. Eso le pesaba mucho sin duda.

P: ¿Qué significaba para él su matrimonio?

R: Fue el amor de su vida desde la niñez, desde la más tierna adolescencia hasta la muerte de Luz. Prácticamente todos sus libros de poemas están dedicados a su esposa.

P: ¿Cómo era un día normal en la vida de Benedetti?

R: Muy variado en función de lo que ocurriera, siempre tenía muchos compromisos. Hubo momentos en los que la intensidad y el estrés de su vida hizo espaciar la escritura de novelas y en cambio facilitó la de poesía y cuentos.

Por otra parte, su vida era muy doméstica. Con su esposa había un reparto de tareas de la casa y él era el encargado de hacer el té de la tardecita.

“Desde muy pequeño a él le gustaba leer e inventar historias. En determinado momento el padre tuvo que ir al colegio para dar cuenta de que nadie le había hecho una historia que había presentado, porque no lo creían” Hortensia Campanella Autora

P: Hasta una edad avanzada él seguía recitando sus poemas, ¿gustaba mucho de hacerlo?

R: Sí, le gustaba leer y a la gente le gustaba cómo leía. Recuerdo una semana que hicimos un evento en la Casa de América de Madrid y el día que él iba a leer yo estaba a su lado en la mesa mirando al público, que estaba abarrotado y muchos eran jóvenes.

En eso, empecé a notar que cuando Mario leía sus poemas la gente movía los labios. Quiere decir que estaban recordando y diciendo al mismo tiempo, en silencio, los poemas que conocían de memoria.

P: Ya para concluir, aparte de la literatura, ¿qué otras cosas apasionaban a Benedetti?

R: Las artes plásticas, la pintura en concreto. Benedetti solo hizo dos cosas, que yo conozca. Una, fue un pastel que presentó en una exposición y que siempre contaba que no le había puesto el fijador adecuado y al recogerlo se cayó y se deshizo. Nunca más pintó nada.

Luego, hizo una caricatura de sí mismo muy graciosa. Él ha sido caricaturizado por los mejores dibujantes del Río de la Plata y de España, así que esa caricatura queda como una rareza por haberla hecho él mismo.

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