Diez años sin Saramago

Con una obra que abarca desde la poesía a la novela, pasando por el ensayo, el teatro, la literatura infantil o la de viajes, José Saramago es uno de los grandes representantes de la literatura portuguesa y el único lusófono que ha recibido el Premio Nobel de Literatura. El autor de obras como ‘Ensayo sobre la ceguera’ falleció el 18 de junio de 2006.

EL escritor José Saramago escucha una de las preguntas referidas al los diálogos literarios “Diversidad e identidades de los lenguajes narrativos” en el Fórum Universal de las Culturas Barcelona 2004. EFE/ Guido Manuilo

José de Sousa Saramago nació el 16 de noviembre de 1922. El apellido por el que es conocido es en realidad el sobrenombre por el que su familia paterna era conocida en Azinhaga, su localidad natal, en Portugal.

En 1998 recibió el Premio Nobel de Literatura. “En cierto sentido se podría decir que, letra a letra, palabra a palabra, página a página, libro a libro, he venido, sucesivamente, implantando en el hombre que fui los personajes que creé”, dijo en su discurso.

Referente intelectual de la izquierda, se afilió al Partido Comunista Portugués en 1969, cuando aún era clandestino, y siempre reivindicó la defensa de los Derechos Humanos.

Escritor, novelista, poeta, periodista y dramaturgo, José Saramago es uno de los más grandes representantes de la literatura de Portugal, y el único autor del país que ha sido galardonado con el premio Nobel de Literatura, un reconocimiento que recibieron sus paisanos con orgullo patrio y que aumentó, si cabe, el prestigio y la fama del literato.

“Viajé por los cinco continentes, ofreciendo conferencias, recibiendo títulos académicos, participando en reuniones y congresos, de naturaleza literaria, social y política, pero, sobre todo, participé en acciones que exigen la dignificación de los seres humanos y el cumplimiento de la Declaración de los Derechos Humanos”, recordaba Saramago en su autobiografía sobre lo que sucedió tras recibir el Nobel en 1998.

ORÍGENES HUMILDES.

“El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir”, diría el escritor rememorando a su abuelo y sus orígenes humildes en la aldea de Azinhaga, en la que José de Sousa Saramago nació el 16 de noviembre de 1922, hijo de José de Sousa y Maria da Piedade, - “campesinos sin tierra”-, aunque en 1925 la familia se trasladó a Lisboa, donde el padre comenzaría a trabajar como policía.

José de Sousa habría sido su nombre si el funcionario del registro civil no hubiera añadido el apodo por el que se conocía a la familia paterna del escritor en el pueblo: Saramago, nombre de una planta herbácea espontánea “cuyas hojas, en aquellos tiempos, en tiempos de necesidad, servían como alimento en la cocina de los pobres”.

Buen estudiante en la escuela primaria, la familia no pudo mantenerle en la secundaria, por lo que la alternativa fue ingresar en una escuela en la que, durante cinco años, José Saramago aprendió el oficio de cerrajero mecánico, aunque el plan de estudios le permitió el acceso a los clásicos de la literatura; y mientras trabajaba en un taller mecánico comenzó a acudir a una biblioteca pública lisboeta en la que el escritor definió su gusto por la literatura.

Cuando se casó con Ilda Reis, en 1944, trabajaba como administrativo, y poco después, en 1947, año en el que nació su única hija, Violante, publicó su primera obra, la novela ‘Tierra de Pecado’ y escribió ‘Claraboya’, que se publicaría de forma póstuma en 2011. No volvería publicar hasta 1966, cuando se editó ‘Poemas Posibles’.

En aquel tiempo había pasado por una empresa metalúrgica y había sido encargado de producción de una editorial, además de dedicarse a la traducción de buen número de autores, y había comenzado a colaborar como periodista y crítico cultural, no sin problemas con la dictadura de Salazar por sus inclinaciones políticas.

Se afilió al Partido Comunista Portugués, entonces clandestino, en 1969, y un año más tarde publicó su segundo poemario, ‘Probablemente alegría’, al que seguiría ‘El año de 1993’ (1975), y la recopilación de sus crónicas periodísticas, hasta que, en 1977, publicó la novela ‘Manual de Pintura y Caligrafía’.

Después llegaron las novelas ‘Levantado del suelo’ (1980), en la que repasa la historia de varias generaciones de campesinos portugueses; ‘Memorial del convento’ (1982), ‘El año de la muerte de Ricardo Reis’ (1984), ‘La balsa de piedra’ (1986) e ‘Historia del cerco de Lisboa’ (1989), y libros de viajes como ‘Viaje a Portugal’ (1981).

En 1988 se casó con la periodista española Pilar del Río y, tras el revuelo montado con ‘El Evangelio según Jesucristo’ (1991), vetada por el Gobierno portugués para el Premio Literario Europeo, el matrimonio trasladó su residencia a la isla canaria de Lanzarote en 1993, año en el que el autor publicó la obra de teatro ‘In Nomine Dei’, de la que se extraería el libreto de la ópera ‘Divara’, con música del italiano Azio Corghi.

Saramago comenzó entonces a escribir el diario que se publicaría como ‘Cuadernos de Lanzarote’ en cinco tomos, al que se sumaría uno póstumo, ‘El cuaderno del año del Nobel’, en 2018. El autor falleció en la isla, el 18 de junio de 2010.

“En cierto sentido se podría decir que, letra a letra, palabra a palabra, página a página, libro a libro, he venido, sucesivamente, implantando en el hombre que fui los personajes que creé”, señaló el escritor en su discurso de aceptación del Premio Nobel.

“Considero que sin ellos no sería la persona que hoy soy, sin ellos tal vez mi vida no hubiese logrado ser más que un esbozo impreciso, una promesa como tantas otras que de promesa no consiguieron pasar, la existencia de alguien que tal vez pudiese haber sido y no llegó a ser”, añadía el escritor en la recepción del galardón de las letras.

Su obra literaria, en la que destacan en sus últimos años sus propias memorias - ‘Las pequeñas memorias’ (2006) y obras como ‘La caverna’ (2000), ‘El hombre duplicado’ (2002), ‘El viaje del elefante’ (2008) o ‘Caín’ (2009), tiene el mérito, tal y como reconoció la Academia Sueca, de “volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía”.

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