Justo, poético y terriblemente moderno, así era Toulouse-Lautrec

Henri de Toulouse-Lautrec. (Fuente externa)

Sin burlarse, estigmatizar o condenar a quienes retrataba, el pintor Henri de Toulouse-Lautrec logró pasar a la posteridad en la Historia del Arte como un hombre decididamente moderno gracias a sus representaciones del París de finales del siglo XIX, como muestra ahora una exposición en el Grand Palais.

'La modernidad de Toulouse-Lautrec es a su vez una revolución en las formas, en la invención de una pintura radical y dinámica, frugal en recursos pero eficaz en lo visual, y revolucionaria en los sujetos y costumbres', señala el comisario de la exhibición 'Toulouse-Lautrec, decididamente moderno', Stéphane Guégan.

A lo largo de tres amplias plantas, el Grand Palais de París explora la obra de este aristócrata (1864-1901), tan marcado por sus orígenes como por su deforme condición física.

Su sonado y arisco carácter, más definitorio de sus últimos años de vida, ha logrado en ocasiones imponerse traspasando la imagen de un aristócrata que habría rechazado a su clase y se habría burlado de la sexual noche parisina en sus cuadros.

Esta exposición lo retrata más bien como un observador y no un cronista, empeñado desde su formación en retratar la realidad sin edulcorarla ni idealizarla.

El lienzo 'Dans le lit' (En la cama), con dos mujeres disimuladamente pintadas en una cama, evidencia también su mirada limpia de prejuicios hacia temas tan controvertidos entonces como la homosexualidad, por la que acusaron a su amigo Oscar Wilde, a quien él siempre defendió.

'Hay que recordar que era un aristócrata bastante autoritario y seguro de sí mismo desde muy joven y que se sirvió de todos sus medios para ser un gran pintor. No se conformó con ofrecer una mirada sociológica, sarcástica y puramente aristócrata, sino la de un hombre de placer', convino el comisario.

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