Ofelia Berrido: “No dedico mi tiempo a destruir a ninguna obra”

Ha publicado recientemente el poemario Anacaona, inspirado en la gran cacica taína

Ofelia Berrido, escritora dominicana. (Foto: Parmelia Matos )

Ofelia Berrido es una narradora, poeta y ensayista hechizada por el oficio, quien confiesa que “sin escribir moriría” y que no dedica su tiempo “a destruir a ninguna obra”.

Es una intelectual y creadora multifacética que acumula grandes experiencias en diversos campos, las cuales ensanchan las perspectivas de sus miradas sobre la vida y el arte literario.

Ella escribe incesantemente, aunque no publica con frecuencia. Pero hace poco ha entregado a la bibliografía dominicana su poemario Anacaona, dedicado a la gran cacique taína que desde la niñez le encandiló la imaginación y el deseo de conocer más sobre esa mujer impar de los remotos tiempos de la “conquista” y la colonización.

En relación a su trayectoria y a su honda manera de pensar sobre el oficio al que se entrega con razón y pasión, se ha expresado para Ruta de letras de Diario Libre.

Ha publicado recientemente el libro de poemas Anacaona, un personaje de nuestra historia. ¿Qué la convocó a su escritura?

Desde que supe de Anacaona en las clases de Historia, durante mi niñez, quedé prendada de la estatura de su figura. La fuerza vital que transmitía su imagen en mi mente me inspiraba. He leído acerca de Anacaona toda la literatura que me fue posible obtener; pero un día comprendí que los que fueron testigos presenciales de su época no dejaron muchas evidencias escritas. Pero los hechos hablan... Cacica de uno de los más importantes cacicazgos (Jaragua), luego de la muerte de su hermano el cacique Bohechio; y la de Caonabo cacique de Maguana de quien enviudó se convirtió en una cacica poderosa. El solo hecho de que los españoles al referirse a ella lo hicieran con el nombre de “reina” y que la consideraran una amenaza para sus fines colonialistas, nos indica el tipo de mujer y líder que era. A tal extremo que se vieron en la necesidad de urdir un plan macabro para acabar con su liderazgo cuyo funesto resultado fue su muerte en la horca y el asesinato de unos 80 caciques menores y parte de su pueblo (Matanza del Jaragua). La gran huella que debió quedar para la posteridad fue borrada, asunto entendible si consideramos la conocida frase de escritor británico George Orwell: “La historia la escriben los vencedores”. Anacaona forma parte de mí como descendiente taína que siente orgullo de sus raíces. Ella vive en la imaginación de nuestro pueblo y así, un día cualquiera sin haberlo planificado me senté a escribir los versos que publiqué en el poemario que precisamente titulé Anacaona. Esa es a grandes rasgos la historia de Anacaona, que llegó a feliz término con la colaboración de Parmelia Matos de Calventi (mi hija) y un grupo de importante de fotógrafos dominicanos cuyos trabajos sumaron valor al texto: Juan de los Santos, Alejandra Oliver, Jiny Elena Ramos, Carmen Inés Bencosme, Parmelia Matos, Dennise Morales Pou y Pedro Genaro Rodríguez.

¿En qué momento de su vida decidió que debía dedicarse a la literatura?

Escribo desde los trece años y leo desde mucho antes. La literatura no ha sido una decisión, es simplemente parte de mi vida como lo es comer o dormir. Ahora, si me pregunta desde cuándo decidí publicar, ese es otro asunto. Mantuve la novela El Sol Secreto en una gaveta de mi escritorio por más de diez años y no fue sino hasta el 2006 que decidí publicarla; antes, el temor a la crítica despiadada me impedía hacerlo. Es por ello que al escribir sobre las obras de otros autores elijo hacerlo sobre los libros que de ellos me cautivan, aquellos que creo que aportan y que me parece que están bien escritos. Cuando un libro no me atrae lo termino de leer por respeto al trabajo del autor, pero no dedico mi tiempo a destruir a ninguna obra. No me siento cómoda denigrando el trabajo de otro. El tiempo dirá si ese libro perdurará en el tiempo o si ese autor evolucionará y escribirá en el futuro una gran obra. En varias ocasiones me han llamado para que haga una lista de los 100 mejores libros dominicanos. Para mí es una tarea imposible. Primero, no he leído todo lo escrito, así que corro el riesgo de ser injusta; segundo, cada tipo de literatura tiene su público.

¿Le ha resultado complicado desarrollarse como escritora?

Escribo mucho, más de lo que publico. Pero publicar y ponerlo a circular eso sí ha sido difícil. Sería fácil si tuviera una casa editorial que se ocupara de todo y como escritora solo me dedicara a escribir. Los escritores dominicanos somos perseverantes con nuestro oficio, pero las facilidades de una buena editorial que promocione los escritores y sus obras internacionalmente son escasas. La mayoría de nuestros escritores tienen que trabajar fuera del mundo literario. Lo que reduce el tiempo que de otra manera dedicarían a escribir. Pero aman lo que hacen, sienten pasión por su oficio y se entregan de lleno.

Y su participación en el Movimiento Interiorista, ¿qué le aporta?

Cuando publiqué mi primera novela se la envié a los escritores que yo leía y admiraba, a los que eran considerados maestros de la ensayística y la novelística dominicana. Entre ellos estaba Bruno Rosario Candelier, creador del Movimiento Interiorista. Él leyó la novela, le gustó su contenido por tratarse de una historia escrita desde las profundidades del ser. Me llamó para comunicarme lo que le había parecido el libro y me invitó a las reuniones del Ateneo Insular. Desde ese momento (abril del 2006) soy miembro del Movimiento Interiorista del Ateneo Insular fundado el 28 de julio de 1990 que me ha aportado conocimiento y apoyo. Don Bruno, escritor de orden superior, para mí uno de los mejores ensayistas y críticos dominicanos, es un ejemplo de dedicación y disciplina.

Escritora interiorista lo soy desde las raíces mismas de mi ser; lo que escribo se refiere a cómo el mundo impacta la conciencia y cómo ella se manifiesta. El Ateneo Insular, sede del Movimiento Interiorista, es una escuela para los escritores que a él acuden; allí se debaten ideas, se estudian los más destacados escritores del mundo y sus obras; se presentan, estudian y se realizan críticas constructivas de las obras de los miembros, siempre respetando la libertad creativa de cada escritor. El Movimiento Interiorista anida en su seno los cultores de este tipo de literatura. Don Bruno, Premio Nacional de Literatura y director de la Academia Dominicana de la Lengua, ha dedicado su vida a promover la literatura dominicana y a captar nuevos miembros en todos los rincones del país y en otras regiones del mundo como lo son Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Con 30 años de existencia, el Movimiento Interiorista con Bruno Rosario Candelier a la cabeza junto a los demás fundadores del Movimiento, ha aportado a la literatura dominicana escritores y obras de importancia.

¿Habrá más novelas de Ofelia Berrido? ¿Escribe otras?

La novelística es mi debilidad. He acabado la próxima novela a publicar. Estoy en el proceso de edición y reedición. Releo mucho lo escrito: le sumo, le resto..., y vuelvo al proceso una y otra vez hasta que siento que no tengo nada más que aportar. Luego, se la paso al editor oficial del texto en cuestión antes de publicarla. Sin embargo, tengo dos libros de ensayos que deseo publicar primero y espero que estén listos para finales del 2020: Fábrica de Cavilaciones (ensayos filosóficos), sería el primero, y luego otro de “Ensayos críticos”.

¿A qué aspira como escritora dominicana, caribeña?

A que la buena literatura dominicana sea promovida y reconocida en el resto del mundo. A que los jóvenes dominicanos tengan acceso a la literatura de forma gratuita. A que el libro esté absolutamente libre de impuestos (y esto se cumpla), y a que tengamos bibliotecas físicas y digitales en todos los rincones del país.

¿Quiénes han sido sus maestros o maestras en la literatura?

Para mí la palabra “maestro” se refiere a los maestros de la sabiduría sagrada; de hecho, mis lecturas preferidas son los libros sagrados de todas las religiones. Así que mencionaré algunas de las personas que admiro y leo y que me sirven de guía o ejemplo a seguir en el ámbito de la escritura. Ellos son los griegos, los existencialistas, los filósofos, los poetas malditos, entre otros. Si he de dar nombres, mencionaré algunos sin ningún tipo de orden ni prioridad: Platón, Aristóteles, Homero, Dogen, D. T. Suzuki, T. Deshimaru, Katsuki Sekida, Nietzsche, Ortega y Gasset, C. J. Jung, M. Foucault, Martin Buber, Hans Kung, Wen Tu, Spinoza, Camus, Sartre, Dostoievski, Marcel Proust, Flaubert, Rainer María Rilke, T.S. Elliot, Rudyard Kipling, William Butler Yeats, Marguerite Yourcenar, Gabriela Mistral, Aldous Huxley, William Faulkner, Goethe, Chateubriand, Kafka, Stanislaw Lem, Asimov, Mark Epstein, George Steiner, Jorge Luis Borges, Jose Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa. Mencionar a los dominicanos es difícil. La memoria es frágil y temo olvidar mencionar personas que uno lee porque admira su obra... Pero me voy a arriesgar citando algunos, a sabiendas de que tengo muy mala memoria: Salomé Ureña, Pedro Henríquez Ureña, Jeannette Miller, Ángela Hernández, Emilia Pereyra, Ylonka Nacidit Perdomo, Carmen Imbert, Martha Rivera, Juan Bosch, Bruno Rosario Candelier, León David, Marcio Veloz Maggiolo, Federico Henríquez Gratereaux, Jorge Tena Reyes, Andrés L. Mateo, M. Matos Moquete, José Enrique García, Diógenes Céspedes, Enerio Rodríguez, Odalis Pérez, Luis Arambilet, Manuel Núñez, José Rafael Lantigua... Ese es el problema de los nombres, son muchos y la memoria frágil.

¿Una obra que la haya marcado?

Crimen y Castigo de Fiodor Dostoievski.

¿Qué le preocupa de esta etapa que vive la humanidad?

El caos global en que vivimos inmersos; la pobreza y la ignorancia generadoras de todo tipo de males que traen como resultado la injusticia y la indebida distribución de bienes. El que aún existan naciones que se crean con el derecho de dirigir el destino de la humanidad para su propio beneficio. La manipulación del hombre por el hombre; la pérdida de valor de la vida humana, pero más que nada me preocupa en esta época de la Inteligencia Artificial (IA), la desaparición del ser humano tal y como lo conocemos.