Lolita y Rosario en una noche gitana
El show de las hermanas Flores contó con el respaldo de Brugal 1888
SANTO DOMINGO. Lolita Flores canta en el mismo tono de fines de los 70 del pasado siglo, cuando con sus canciones hasta las rusas aprendían a bailar otros ritmos que no eran a los que estaban acostumbrados sus oídos descuadrados.
"Y para que veas, nunca estuve en Moscú", me dijo Lolita durante una entrevista.
Pero hay algo en esa familia que tiene que ver con los genes, de los cuales fluye pasión, estilo único, sentido del ritmo y una musicalidad ancestral. Lo demostraron Lolita y su hermana Rosario Flores, la noche del jueves en el atestado teatro La Fiesta, donde Cesarito Suárez no dejó espacio ni para alpiste.
Con un ritmo florido, donde el tres cubano y las congas dialogaron con la rumba catalana, abrió Lolita con Gitana mía; enseguida hizo Amor, amor; Si me amaras, de Albert Hammond y otros clásicos como Quién lo va a saber (regalito a capella); No renunciaré (cuando popularizó esta canción la mitad de sus músicos no habían nacido todavía), Prohibiciones, Estúpido (lleno de dramatización); Amnesia (¡qué bolero!), Lo voy a dividir, Pena, penita pena; Mediterráneo (de Serrat) y el Sarandonga, de Compay Segundo, escrito en Calle Salud 578, en Centro Habana.
Luego entró Rosario, rompiendo con Gypsy funky y de su padre El Pescailla Al son del tambor; luego Algo contigo; Te quiero, vida mía; Mi son (un tema suyo) ¡Qué bonito!; El bongó; El sitio de mi recreo, de Antonio Vega; su clásico Estoy aquí; Cómo quieres y luego, las dos hermanas juntas, con imágenes de La Faraona en pantalla gigante cantaron A tu vera, en un aplaudido homenaje a la familia que continuó con Marcha, esta tarde vi llover, Lucía, No dudaría, y El meneíto.
Rumba total. Todos gitanos. Queremos marcha.