Viagra salvaría a tigres y rinocerontes de extinción
Muchos usan partes de los cuerpos de estos animales para supuestamente potenciar la sexualidad
Parque Zoológico, Santo Domingo. Las agencias que manejan la publicidad del Viagra y otros vasodilatadores, tan usados en estos días para solucionar los problemas de erección de los varones Homo sapiens, quizás ignoren que el producto que promueven tiene un efecto secundario extraordinariamente positivo: podría contribuir a salvar de la extinción a varias especies amenazadas del planeta.
En efecto, rinocerontes, tigres, osos y tortugas marinas están al borde de la extinción, debido, entre otras cosas, a que muchos pueblos, en su mayoría asiáticos, creen que ciertas partes de sus cuerpos aumentan el poder sexual.
Según esta difundida creencia, en el caso de los rinocerontes, el poder sexual reside en los cuernos; el mismo poder se atribuye a los huesos de los tigres y los osos y, en el caso de las tortugas, es el pene el que se mezcla con los más extraños brebajes, siempre con la piadosa esperanza de que se repita el milagro de la resurrección de la carne.
El mito surge porque estas duran muchas horas copulando. Esto se debe a que son animales de sangre fría con un metabolismo inferior a la de los animales de sangre caliente. O sea, que las tortugas machos, que son más bien lentas, figuran en la imaginación popular como ardientes e incansables amantes.
La ciencia, sin embargo, no le reconoce poder afrodisíaco a estos productos, de modo que estos portentosos animales son víctimas inocentes de las precariedades genitales de ciertos pueblos.
De las ocho subespecies de tigres que existen, tres ya están extintas. Una de las más amenazadas y, además, la más hermosa, es el llamado "Tigre Siberiano" (Pantera tigris altaica). Nombre equivocado ya que su reducida población no llega hasta la Siberia. Tigres de Amur lo llaman los rusos y los científicos extranjeros en alusión al río del mismo nombre que atraviesa las montañas Sikhote-Alin, el último reducto que les queda, en la remota región rusa de Ussiland. La presión del mercado ilegal sigue afectando esta variedad felina, debido a sus altos precios en el mercado. Un ejemplar cuesta en Rusia entre cuatro mil y seis mil dólares, y en el mercado internacional puede llegar a venderse en treinta mil dólares.
Debido a que la población de esta subespecie descendió drásticamente en la década de los treinta, el gobierno soviético promulgó leyes estrictas en 1950 prohibiendo la captura y cacería de estos animales, lo que condujo a un incremento en la población. Sin embargo, la política de reformas de Gorbachev le creó "facilidades" a los empresarios rusos que alentaron el tráfico ilegal, la cacería y la comercialización de especies amenazadas. No es de extrañar, entonces, que los cerca de 400 tigres Siberianos que quedan en estado silvestres sean rabiosamente estalinistas.
Imposible hablar de estos impresionantes animales sin evocar el "oro de los tigres" de Borges o aquellos versos memorables de William Blake, que parecen haber nacido con los tigres: "Tiger, Tiger, Burning Bright in the Forest of the Night" ("Tigre, tigre, luz ardiente en el bosque de la noche")
El mito surge porque estas duran muchas horas copulando. Esto se debe a que son animales de sangre fría con un metabolismo inferior a la de los animales de sangre caliente. O sea, que las tortugas machos, que son más bien lentas, figuran en la imaginación popular como ardientes e incansables amantes.
La ciencia, sin embargo, no le reconoce poder afrodisíaco a estos productos, de modo que estos portentosos animales son víctimas inocentes de las precariedades genitales de ciertos pueblos.
De las ocho subespecies de tigres que existen, tres ya están extintas. Una de las más amenazadas y, además, la más hermosa, es el llamado "Tigre Siberiano" (Pantera tigris altaica). Nombre equivocado ya que su reducida población no llega hasta la Siberia. Tigres de Amur lo llaman los rusos y los científicos extranjeros en alusión al río del mismo nombre que atraviesa las montañas Sikhote-Alin, el último reducto que les queda, en la remota región rusa de Ussiland. La presión del mercado ilegal sigue afectando esta variedad felina, debido a sus altos precios en el mercado. Un ejemplar cuesta en Rusia entre cuatro mil y seis mil dólares, y en el mercado internacional puede llegar a venderse en treinta mil dólares.
Debido a que la población de esta subespecie descendió drásticamente en la década de los treinta, el gobierno soviético promulgó leyes estrictas en 1950 prohibiendo la captura y cacería de estos animales, lo que condujo a un incremento en la población. Sin embargo, la política de reformas de Gorbachev le creó "facilidades" a los empresarios rusos que alentaron el tráfico ilegal, la cacería y la comercialización de especies amenazadas. No es de extrañar, entonces, que los cerca de 400 tigres Siberianos que quedan en estado silvestres sean rabiosamente estalinistas.
Imposible hablar de estos impresionantes animales sin evocar el "oro de los tigres" de Borges o aquellos versos memorables de William Blake, que parecen haber nacido con los tigres: "Tiger, Tiger, Burning Bright in the Forest of the Night" ("Tigre, tigre, luz ardiente en el bosque de la noche")
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