El cielo puede esperar: la vida con 118 años
Una religiosa francesa expresó su deseo de "morir pronto" y abre el debate sobre la búsqueda de la longevidad
Para su 118º cumpleaños el viernes, Lucile Randon, más conocida como la hermana André, desea "morir pronto", pero mientras tanto esta mujer deja siempre su puerta abierta por si alguien quiere pasar a saludar.
Una cama individual, una virgen y una radio apagada desde hace meses... En su habitación, la mujer, preocupada por la marcha del mundo, se limita a esperar, sentada en su silla de ruedas, con la cabeza gacha.
Con sus ojos, que ya dejaron de ver, cerrados, quizás piensa, reza, dormita. La hermana André, de rostro delicado y memoria abismal, se presenta siempre vestida de monja, con un velo azul.
Su jornada empieza pronto. "A las 07H00 me levantan y me sientan a la mesa". A continuación, la trasladan a la capilla, donde Lucile Randon, que tomó el hábito con más de 40 años, escucha el oficio cada mañana.
"Es terrible no poder hacer nada sola", se queja esta mujer que trabajó hasta finales de los años 70 y que cuando tenía 100 años se ocupaba aún de residentes más jóvenes que ella.
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