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¿Por qué nunca podremos saber lo que pasó entre el 5 y el 14 de octubre de 1582?

Nuestro calendario y una extraña regla que no todos conocen

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¿Por qué nunca podremos saber lo que pasó entre el 5 y el 14 de octubre de 1582?
Todo inició cuando en el Concilio de Trento se decidió, entre otras cosas, que era necesario ajustar la fecha de Pascuas.

Ese año tan particular se ubica en la Edad Media. Probablemente sepas que el Medioevo fue una época muy oscura para toda la humanidad en general, y tampoco es raro que algunas partes de la historia mundial se pierdan para siempre entre los problemas y revuelos de aquellos tiempos que a veces parecen tan caóticos. Sin embargo, nada de esto tiene que ver con lo ocurrido entre el 5 y el 14 de octubre de 1582.

La respuesta a la pregunta que te hicimos es muy sencilla, pero un tanto difícil de explicar: esos 10 días que transcurrieron en el año 1582, en realidad, no existieron; los días simplemente no se contaron y para que no te quedes con la duda, a continuación te explicamos cómo es esto posible.

Un poco de contexto y cómo nos afecta esto en la actualidad
En el 325 se llevó a cabo el Concilio de Nicea, una especie de reunión de los obispos católicos más importantes de la época, convocada por el mismísimo emperador Constantino. Se resolvieron varias cosas que cambiarían el rumbo de las prácticas religiosas y la sociedad para siempre. Entre ellas, se estableció una manera precisa de dictaminar cuándo se debía celebrar Pascuas: el domingo siguiente a la primera luna llena después del equinoccio de primavera (en el hemisferio norte) o de otoño (para el hemisferio sur).

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Infografía

1220 año después, en el 1545, se convocó el Concilio de Trento, cuyas sesiones se extendieron a lo largo de 18 años hasta el 1563. Aquí se decidió, entre muchas otras cosas, que era necesario ajustar la fecha de Pascuas. Sí, tuvieron que establecerla una vez más, y de eso se encargó el papa Gregorio XIII en el 1582, cuando todo el mundo se salteó exactamente 10 días del calendario. La gente de la época se habrá dormido el 4 de octubre para despertarse el 15. Sorprendente, ¿no crees?

Entonces, ¿qué es lo que pasó? Bueno, este ridículo desfasaje se produjo a lo largo de siglos y siglos de contar mal la duración de los años. El problema fue que en el Concilio de Nicea se utilizaba el calendario juliano, instaurado por el emperador Julio César en el 46 a.C. Evidentemente, los astrónomos y científicos de Julio César no pudieron medir con exactitud la duración exacta de un año trópico (o sea, el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta al Sol) y establecieron que duraba exactamente 365,25 días, o sea, 365 días y 6 horas. Por este motivo, cada 4 años agregaban uno bisiesto. ¡Qué malos cálculos!

¡No desesperes! Se suele creer que así es precisamente cómo funciona nuestro calendario hoy en día, y si bien no es el caso, es muy parecido. Nosotros usamos el calendario gregoriano, que recibe el nombre del papa Gregorio XIII, como te imaginarás. Este entró en funcionamiento el 15 de octubre de 1582, luego de haberse salteado esos 10 días.

La cuestión fue la siguiente: un año no dura 365,25 días como planteaba el calendario juliano y como se creía durante el Concilio de Nicea, sino que dura exactamente 365,242189 días, o sea, 365 días con 5 horas, 48 minutos y 45,1 segundos. Sí, la diferencia parece una broma, pero ese desfase de 11,25 segundos entre lo que dice el viejo calendario de Julio César y el año astronómico real puede ser terrible a largo plazo, y de hecho lo fue, porque entre los 1257 años transcurridos desde el concilio de Nicea hasta el 1582, ¡el calendario se atrasó 10 días enteros!

La solución fue adelantarse 10 días y comenzar a utilizar el calendario gregoriano que cuenta un año bisiesto cada 4 años, como lo hacía el juliano, pero se saltea aquellos años que son seculares (es decir, los terminados en 00) y no son divisibles por 400. Así, el año 2000 fue bisiesto y también lo es el 2020, pero el 1900 no lo fue y el 2100 tampoco lo será.

Y tú, ¿ya sabías de esta curiosa regla?

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