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Gustavo Petro asumió como primer presidente de izquierda en Colombia

Reemplazará en el poder al conservador Iván Duque, uno de sus opositores

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Gustavo Petro asumió como primer presidente de izquierda en Colombia
La imagen del nuevo presidente Gustavo Petro con la banda presidencial se muestra en pantallas gigantes después de prestar juramento durante su ceremonia de investidura en la plaza de Bolívar en Bogotá, Colombia, el domingo 7 de agosto de 2022. (AP FOTO/ARIANA CUBILLOS)

Gustavo Petro juró el domingo como el primer presidente de izquierda en Colombia para gobernar por un periodo de cuatro años en los que aspira reducir la profunda desigualdad y adelantar ambiciosas reformas. Reemplazará en el poder al conservador Iván Duque, uno de sus opositores.

En un acto colmado de simbolismos en la Plaza de Bolívar, centro político e histórico de Bogotá, Petro juró defender la constitución y las leyes junto a Francia Márquez, quien hizo historia como la primera afrodescendiente en ocupar la vicepresidencia de la nación.

Petro se unió así al grupo de mandatarios de izquierda y al progresismo que gobiernan en la región como Gabriel Boric en Chile, Pedro Castillo en Perú, Andrés Manuel López Obrador de México y Xiomara Castro en Honduras.

Petro recibió la banda presidencial de manos de María José Pizarro, congresista e hija del máximo comandante de la extinta guerrilla M-19, a la que perteneció Petro, asesinado cuando aspiraba a la presidencia luego de firmar la paz.

A su vez empuñó la espada de Simón Bolívar, robada en enero de 1974 por el M-19 en el primer acto público de la guerrilla urbana. Estuvo en su poder durante 17 años y fue entregada al Estado en 1991 como un gesto de paz para firmar el fin de las confrontaciones. Desde ese momento estuvo guardada en una bóveda del Banco de la República, sin acceso al público, y en 2020 fue trasladada al Palacio de Nariño, donde reside el presidente.

La Plaza de Bolívar, a la que acudieron miles de personas, estaba dividida en dos: en la primera parte se ubicaron representantes de varios países -entre ellos el rey Felipe VI de España y los presidentes de Chile, Paraguay, Ecuador y Costa Rica- y en la segunda los ciudadanos.

Además de los invitados internacionales, a la ceremonia asistieron los expresidentes colombianos Juan Manuel Santos, Ernesto Samper y César Gaviria, de tendencia liberal. Los conservadores Álvaro Uribe y Andrés Pastrana declinaron la invitación.

Petro, de 62 años, deberá sortear la creciente violencia que ha cobrado la vida de más de 560 defensores de derechos humanos desde 2016, la inflación más alta de las últimas dos décadas y la búsqueda de consensos en un país dividido.

Varios sectores temen verse afectados por su objetivo de llevar adelante reformas en el agro, la producción energética, la policía, las pensiones y la recaudación de impuestos. Pero entre sus votantes hay esperanza: Petro les prometió una nación con menos desigualdad, que garantizará los derechos de todos sus ciudadanos -especialmente de los más vulnerables- y dará prioridad al medio ambiente.

Ataviado con el traje tradicional del pueblo indígena guambiano, de sombrero de ala corta y traje de lanilla azul, Luis Alberto Tombe Cantero asistió a la posesión de Petro. “Es la primera vez que una posesión presidencial la acompaña realmente la base o el pueblo”, dijo a The Associated Press desde la Plaza de Bolívar.

Organizaciones feministas, de izquierda, indígenas y sociales de todo el país atendieron el llamado de acompañar la asunción. “¡Sí se pudo... libertad, libertad!”, gritaban algunos. Frente al Palacio de Justicia un grupo de jóvenes dijo representar la “resistencia” de Cali, que se consolidó como el epicentro de las protestas masivas de 2021 contra las políticas del saliente presidente Iván Duque.

Angie Suárez, de 28 años, aseguró a AP que se siente representada por la vicepresidenta Márquez porque ha “trabajado por sobrevivir que es lo que hace un ciudadano de a pie”.

“Hoy se parte la historia de Colombia en dos. Hoy nace un nuevo sol para los nadies y las nadies”, aseguró a AP Rosa Chocó, oriunda de Cali, en referencia a la población más vulnerable.

Antes de la asunción oficial Petro asistió a varias ceremonias simbólicas. En la Sierra Nevada de Santa Marta, al norte del país, los indígenas aruhacos le dieron su “bendición” y uno de los mamos -la máxima jerarquía de la comunidad- le entregó un bastón que representa la sabiduría.

La diversidad cultural de Colombia estuvo reflejada en la ceremonia de posesión y en la antesala, en la que decenas de artistas interpretaron ritmos nacionales en los parques del centro de la ciudad.

El pasado de Petro como rebelde pesa para algunos militares que estarán bajo su mando. “No prevemos que haya perturbación, ruido de sables, ni ninguna de estas actividades armadas”, dijo a The Associated Press el coronel en retiro John Marulanda, presidente de la Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro de las Fuerzas Armadas.

Marulanda recalcó que aunque para los militares que combatieron el M-19 es difícil aceptar la llegada de Petro al poder, en las nuevas generaciones hay más expectativa que resistencia.

Petro encarna a una izquierda que ha sido marginada y en ocasiones estigmatizada por el peso de cinco décadas de un conflicto armado interno que dejó 50.770 secuestrados, 121.768 desaparecidos, 450.664 asesinados y 7,7 millones desplazados forzosamente, según la Comisión de la Verdad.

Aunque entregó las armas, aún hay quienes se sienten representados políticamente por el M-19. Con una bandera del movimiento un grupo de militantes arengaba por las calles fuertemente custodiadas por la policía en el centro de Bogotá.

“Estamos aquí por nuestros muertos, por todos los comandantes que cayeron”, dijo a AP Froilán Ospina, para quien Petro aún representa los principios de la extinta guerrilla. “Mientras exista un hombre del M-19 que levante las banderas de la democracia existirá esperanza para el país”, agregó.

Aunque desde hace cinco años el país atraviesa una etapa de posconflicto tras la firma del acuerdo de paz entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) -la que fuera la guerrilla más antigua de Latinoamérica-, el pacto no puso fin a la violencia.

Petro aspira a lograr una “paz total” que implica el sometimiento a la justicia de las bandas del narcotráfico -como el Clan del Golfo- y la reanudación de las negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla activa en el país.

El economista buscaría estrechar lazos con sus vecinos y especialmente con Venezuela, país con el que Colombia rompió relaciones en 2019.

La analista política Sandra Borda explicó a AP que el objetivo de mejorar la relación con Venezuela se enlaza con la posibilidad de que ese país facilite los diálogos con el ELN.

Tras ser elegido Petro adoptó una postura más moderada, señaló la analista, lo que resultó en un amplio apoyo y en una mayoría en el Congreso clave para sacar adelante una reforma tributaria que aumentaría los impuestos a las clases más altas y le daría recursos para financiar programas sociales.

Sin embargo, también ha dado un paso arriesgado al designar a Iván Velásquez como ministro de Defensa quien, enfatizó Borda, apunta a un proceso de transformación interno de las fuerzas armadas para acabar con la corrupción y promover el respeto de los derechos humanos que podría tensar la relación con el nuevo gobierno.

En el empresariado y los mercados hay gran expectativa por el contenido de la reforma tributaria y otras medidas, como la posible suspensión del otorgamiento de licencias mineras y de exploración petrolera con el objetivo de acelerar la transición energética. El sector energético aporta alrededor del 18% de los ingresos fiscales de la nación y está en el primer renglón de las exportaciones.

Ricardo Triana, director ejecutivo del Consejo de Empresas Americanas -que agrupa a más de 100 compañías estadounidenses en 17 sectores-, aseguró que en una reunión previa a su elección Petro les prometió que respetaría los contratos firmados y que no correrían peligro las inversiones en marcha.

En Cúcuta, una ciudad a pocos kilómetros de la frontera con Venezuela, la estudiante Daniela Cárdenas espera que Petro lleve a cabo una reforma educativa que incluya ayuda financiera para los estudiantes universitarios. La joven estudia informática los domingos y trabaja el resto de la semana en un restaurante para pagar la matrícula y las tarifas.

“Para nosotros como estudiantes se nos dificultan muchas cosas”, dijo la joven de 19 años.

A unas cuadras, Aurora Rodríguez vendía cigarros, dulces y comida en la misma esquina donde tiene su puesto desde hace tres años. Dijo que siente que los gobiernos han abandonado ese estado durante mucho tiempo, permitiendo que crezca la violencia y disminuyan los servicios de atención médica, lo que espera que cambie con Petro.

“Acá no tenemos seguridad, no tenemos salud”, dijo. “Necesitamos una reforma de salud”.

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