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Hay políticas que se quejan demasiado...

Es difícil que una líder campesina o comunitaria se queje de las limitaciones que ha encontrado en su labor política o social por el hecho de ser mujer.

No hablan de cuotas, desventajas o zancadillas sino de objetivos, problemas, esfuerzo, frustraciones, logros, cansancio. En conversaciones o entrevistas, siempre resaltan la ventaja del trabajo en común y de la eficiente red que han conseguido y gracias a la cual avanzan en su empeño. Por decirlo de manera más sencilla, no suelen perder el tiempo en quejarse del machismo ni en lamentarse de que no pueden “atender su casa” como quisieran. Hacen lo que creen que tienen que hacer. Eligen hacerlo.

Viene esto a colación por la campaña electoral y los argumentos que algunas candidatas esgrimen como irrefutables para la captación del voto: vótame porque soy mujer. Eso es muy antiguo.

No todas las mujeres que quieren hacer carrera en la política llegan a donde aspiran y tampoco el 95% de los hombres lo consiguen. Las zancadillas van en todas direcciones. Son patadas voladoras. Los horarios, por ejemplo, que les impide conciliar su vida familiar también afectan a los hombres y al final... es una elección personal. Oír a una política o alta funcionaria quejarse de ese tipo de cosas es enervante.

La política exige aceptar imprevistos, compromisos, viajes. Y eso aplica a hombres y mujeres, aquí y en el resto del mundo. Si usted quiere un trabajo de 8 a 3 para dedicar más tiempo a su casa (una elección muy noble) no se meta en política. Tampoco podrá ser cirujana o empresaria, periodista, artista... (Quejarse de eso es políticamente aburrido y nada feminista).

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Inés Aizpún es una periodista dominicana y española. Actualmente es la directora de Diario Libre. Ha recibido el premio Caonabo de Oro, el Premio de la Fundación Corripio de Comunicación por su trayectoria, y el premio Teobaldo de la Asociación de Periodistas de Navarra.